viernes, 8 de agosto de 2025

Portal del Leon 2025


Mis últimos blogs tienen relación con éste, constituyéndose en un paradigma que, gracias a los elementos astrológicos, conforma una visión complementada desde el análisis antropológico y espiritual de la realidad profundamente cambiante a la que estamos abocados en este siglo XXI.

 

Conciencia de Unidad

Todo aquello que tocamos con nuestros pensamientos, palabras y actos tiene una resonancia. La conciencia de unidad, un eje conceptual que atraviesa todos mis escritos, ha crecido en la medida en que nuestra cosmovisión se ha ampliado debido a dos tendencias paralelas: la búsqueda espiritual frente al exceso de lo material y el rescate de la energía femenina frente al exceso de energía masculina en nuestra sociedad. Gracias a la tecnología del internet y a los descubrimientos científicos que han respaldado antiguos conocimientos, la ciencia y la espiritualidad han confluido como los hemisferios del planeta, como los hemisferios cerebrales.

Como principio universal, la conciencia de unidad alude a la Ley del Uno. La dimensión humana nos permite evidenciar la interdependencia de todo lo viviente. Gaia es la concepción de un planeta vivo, palpitante, conectado y consciente. La energía es su lenguaje.

Varias son las encrucijadas que experimentamos en estos tiempos. Desde lo ambiental a lo social, el deterioro de ecosistemas y la fragmentación del tejido social, un sistema político neoliberal dominante que genera una exacerbación de ánimos polarizados, distinguen la época actual a nivel global.

Y varias son también las paradojas. Así como existe la brecha entre modos de sentir y concebir la realidad, también hay congruencia en las avenidas de pensamientos de conglomerados distintos; así como las posturas ideológicas nos diferencian también hay confluencia en puntos comunes y pertinentes a todos. Así como hay prácticas nocivas y perjudiciales también hay caminos de sanación y de equilibrio.

La conciencia de unidad se expresa como la capacidad humana de concebirse en totalidad, en relación con su entorno natural y social. La cosmovisión de nuestra identidad planetaria reconoce en su universo local la presencia e influencia de astros cuyos patrones energéticos nos determinan tanto como lo hace la genética y la cultura. La astrología ha sido por milenios un instrumento esclarecedor para entender los comportamientos humanos individuales y colectivos como lo han sido las ciencias sociales (antropología, sociología y psicología) y gracias al protagonismo actual de los planetas transpersonales en nuestro universo local, tenemos las claves para entender nuestro proceso actual y su proyección futura.

El llamado de lo transpersonal consiste en despertar al sueño colectivo como humanidad en conciencia de unidad. Nos ofrece una perspectiva multidimensional que es urgente para entender lo que hoy en los círculos espirituales se conoce como Ascensión. Este proceso de ascensión se refiere a la posibilidad del humano actual de hacer la transición en este mismo estado corporal de la tercera a la quinta dimensión*, es decir, de la dimensión dual regida por el ego (visión separadora) a la dimensión del amor donde se resuelve la dualidad, se acepta la polaridad y se funde en la unidad. Es un proceso de elevar la conciencia, un proceso de evolución espiritual. 

Es preciso actualizar la noción de espiritualidad que tenemos hoy y que se asocia a la Nueva Era de Acuario. La más popular es una versión individualista basada en la manifestación de los sueños de abundancia, amor y paz interior con decretos personales. La que los tiempos están requiriendo es una apertura a la comunión de ideas y fines colectivos, en tanto dependemos unos de otros en las redes económicas y sociales. Necesitamos aprender a ser más intuitivos y atentos a las señales que los tiempos y los astros nos muestran. Tenemos constantes señales de sincronías, causalidades, convergencias e intervención divina. Estos aspectos son definitivamente una manera de lo transpersonal de operar en el reino humano para poder constatar la realidad multidimensional que nos ofrecen los tiempos y que la física cuántica ya ha planteado. El planeta como la naturaleza, es en sí, transpersonal.

Lo que nos dice la Astrologia Humanista y Evolutiva

Retomemos entonces los aspectos astrológicos que marcan una nueva era a diferencia de una era que muere y que han sido mencionados extensivamente en las anteriores entradas del blog.

En primera instancia, las eras son configuraciones astrológicas que corresponden a los doce arquetipos del Zodiaco y en este momento, para el planeta Tierra, la era de Piscis concluye y la era de Acuario comienza finalmente.

Debido al ciclo de precesión de los equinoccios, las eras astrológicas de 2.160 años cada una, estarán regidas por determinado elemento de acuerdo al signo zodiacal en que sucede el equinoccio vernal y que marca la energía de inicio que perdura en el tiempo de la era (agua para Piscis y aire para la era actual de Acuario). Este ciclo no solo es un fenómeno astronómico, sino que se constituye en un reloj cósmico que para las tradiciones egipcia, griega y vedanta, marcaba cambios espirituales, culturales y de conciencia.

Astrológicamente, la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el signo de Acuario en diciembre de 2020 marcó el fin de una etapa de 200 años en el eje tierra-agua y el comienzo de otra, influenciada por el eje aire-fuego, de una duración también de 200 años que, junto al ingreso de Plutón en Acuario en 2024 y Urano en Géminis en el 2025 (Acuario y Géminis, signos de aire), señalan el cambio de foco de la fuente de lo material, la extracción y la posesión, la represión y el abuso, la rigidez y las limitaciones de instituciones, con sus jerarquías y burocracias de Plutón en Capricornio, las creencias absolutas de las religiones de la era de Piscis a la fuente espiritual, la conexión cuerpo-mente-espíritu, los derechos individuales, la defensa de la comunidad, la distribución, la creatividad, la flexibilidad, la independencia y necesariamente, la tan mentada resiliencia.

Actualmente los transpersonales están en proceso de transición de un signo a otro lo que conlleva eventos energéticos de sacudida por el hecho de ser energías en proceso de definición, dejando unas influencias y recibiendo otras ya que los planetas conjugan su función con las características del signo que transitan. Así es como Neptuno y Saturno que están ahora de la mano (en conjunción), estén cambiando de la energía mutable de Piscis donde se encontraban por un largo periodo de tiempo a la energía cardinal de Aries, constituyendo un paso iniciático, ya que el circulo zodiacal protocolario termina en Piscis y se reinicia en Aries, siendo éste el comienzo del año astrológico, el momento del equinoccio vernal. Urano, a su vez, acaba de salir de Tauro, signo tierra fijo, para entrar en Géminis, aire y mutable.

En este momento todos los transpersonales están en retrogradación, (como se observan desde la Tierra), lo que implica un estado de latencia en su influjo. Este tiempo previo nos permite un tiempo de revisión y de introspección, un tiempo de preparación personal ya que a partir de febrero del 2026 se comienzan a mover a los signos donde van a permanecer por largo tiempo.

El año próximo será un año clave, un año bisagra, Neptuno y Saturno ya estarán en Aries (fuego cardinal) y junto a Plutón en Acuario (por 20 años) y Urano en Géminis (por 7 años) serán protagonistas de este universo transpersonal por el resto de la década.  Los tres transpersonales Plutón, Neptuno y Urano, están ya formando una geometría conocida como trígono que es un aspecto armónico, una relación de colaboración que facilita la canalización de las energías de cada planeta pero que a la vez tendrá desafíos según se posicionen los demás planetas en las distintas casas o ámbitos de expresión de los signos que transitan.

El protagonista de este proceso de conciencia es Aries, primer signo astrológico, de energía activa y cardinal, encarna el rol del individuo como actor y protagonista en su ámbito social, en su conciencia de pertenencia al todo, en la asimilación de su papel como gestor de una nueva era de activismo espiritual, de iniciativa personal. Saturno representa la estructura, los cimientos, la normatividad, los límites. Neptuno, la conciencia colectiva, potencia nuevos paradigmas, representa las fuerzas de la naturaleza y del destino, expande los limites y abre nuevas fronteras. La intención evolutiva de Neptuno es liberar al oprimido y al hacerlo, exacerba el autoritarismo y provoca fragmentación y separatismo. Neptuno erosiona las estructuras saturninas con la energía de Aries y a la vez, Saturno limita la expansión libertaria de Neptuno: energías que se unen para una intención conjunta y necesaria en elevar la conciencia a su plano de unidad.

*“Las dimensiones existen en un universo transpersonal, en un universo global, en un universo que trasciende la linealidad del tiempo y la ley de causa-efecto. Con el descubrimiento de la física cuántica, la mente humana actual entiende su poder de alterar la realidad con su capacidad creativa, su capacidad de resiliencia, su poder de autogestión, con el hecho mismo de ser consciente” C.C-M

* El ciclo de precesión de los equinoccios  es un movimiento lento y constante de la Tierra que provoca que la posición de los equinoccios (los puntos donde el Sol cruza el ecuador celeste) cambie gradualmente a lo largo del tiempo. (en total, el ciclo de precesión de los equinoccios dura 26.000 años).

Portal del León

                                                                                  

Le hablo al alma, a aquella que sabe y espera que recuerdes. Entre ella y tú, está el espíritu como energía luminosa. Esa energía la lleva el fuego como eclosión consciente de nuestro poder. El aire se ocupa de expandirla a las fronteras de la mente. Estos son los tiempos de entender nuestro ser multidimensional. Gracias a la influencia de los planetas transpersonales que están en una transición importante entre signos, estamos siendo configurados como especie. Por eso hay tanto desorden, enfermedad, incoherencia y contradicción. De grandes desafíos el ser humano se ha valido para la transformación de su existencia individual y colectiva, y ahora se nos pide como humanidad realizar actos de una conciencia superior porque hemos alcanzado la capacidad de dominio y poder que tiene una conciencia elevada gracias a los alcances materiales y espirituales de las culturas del mundo.

Pero en todo desafío hay claroscuros que en estos tiempos nos afectan a todos. La paradoja está en que cada ser humano debe saber alinearse para enfrentarlos como guerrero de la luz, de la conciencia que permite darnos cuenta y actuar en consecuencia.

Ese guerrero es Marte, ahora en Libra, en trígono con Plutón y en oposición a Neptuno-Saturno, con el Sol en Leo opuesto a la Luna en Acuario ( momento de Luna Llena). Es él, el corazón que palpita en vibraciones auténticas y luminosas, generando la tensión suficiente para que se libere la fuerza transmutadora y en trígono con Urano en Géminis, nos estimula a una comunicación brillante que nos coordine en pensamiento y acción.

No nos podemos quedar atrás de lo que demandan los tiempos porque son de cambio y transformación y así mismo, nuestras vidas deben asumirse, despojándonos de lo inservible y repetitivo, de lo que nos enajena y entretiene para no ver, no sentir, no pensar. Es el tiempo de estar más despiertos, más vivos, más presentes.

La estabilidad que se crea entre los planetas transpersonales en esa configuración conocida como el pequeño gran trígono (Plutón, Urano y Neptuno) tiene la cualidad de mantener una relación que propende hacia la resolución porque el cielo nos guía, sin embargo, a nosotros nos corresponde responder con la altura que los tiempos exigen.

¿Qué aspectos de nuestras vidas tenemos que desenmarañar? ¿Cómo podemos apersonarnos de lo que nos corresponde? Encontrar las señales implica hacernos las preguntas. Estar abiertos para recibirlas es soltar prejuicios, prevenciones y limitaciones, muchas de ellas autoimpuestas. Mirar hacia adentro más que señalar hacia afuera es una manera más responsable de asumir nuestro destino.

La naturaleza nos reclama y a la vez nos sorprende con su belleza. Es la invitación a sensibilizarnos para actuar con amor y pasión. La evolución del planeta, de plantas y animales, hacen parte de la misma ruta evolutiva, y así seamos viajeros estelares viviendo una experiencia terrenal, estamos aquí, somos uno con todo.

Hay que asumir responsabilidad ante la noción equivocada de que hay abundancia para el que la visualice, proyecte y trabaje para si, cuando lo que hay es abuso y desuso, exagerado consumo, desigualdad e injusticia social. Tenemos que trabajar por una sociedad equilibrada empezando por ser más justos con el planeta, con la explotación de sus recursos no renovables, con el compromiso con las nuevas generaciones humanas y no humanas.

Urano en Géminis y los otros grandes transpersonales están entrando a nuevos signos y estarán saliendo y entrando de nuevo, hasta febrero del año entrante cuando ya asumen sus funciones en esos signos de aire (Géminis y Acuario) y fuego (Aries). Mientras tanto, nos dan un compás de espera para ubicar nuestro propósito ante la verdad que se nos dibuja claramente: ¿en qué lugar de la historia quieres estar?

Las fuerzas antagónicas de pensamiento definen acciones que podemos elegir siempre y cuando nos alineemos con la verdad interior. Esa verdad tiene una luz propia, un espacio de acción subjetivo como objetivo, un abanico de posibilidades que puede llegar a ser abrumador para algunos. Sin embargo, la verdad es solo una, la que responde a una intención auténtica que está en el alma, no en el ego. Saber estimar y evaluar el desenlace tiene que ver con la propuesta de las energías divinas que se proyectan en el cosmos. Lo transpersonal implica coordinarnos con lo que esta más allá de nuestro mundo personal, conjugarnos con ese entorno social y natural, con lo colectivo. Porque allí se están definiendo líneas de acción que posibiliten y garanticen la vida en el planeta de manera amable y solidaria. Cada uno tiene su grano que aportar a esta siembra de conciencia, partiendo de si mismo, de su coherencia interna, de su ejemplo en el exterior.

¿De qué otra manera puede haber equilibrio? Ese que tanto nos está haciendo falta para regular las energías que estos años van a requerir, para así poder surfear los tiempos cada vez más enfáticos en pedirnos soluciones y caminos evolutivos.

No serán tiempos fáciles. Necesitamos apuntalarnos frente al tornado, anclarnos frente al tsunami, protegernos durante el ajuste telúrico. Aún así, un guerrrero del nuevo tiempo requiere arrojo y valentía para enfrentar la incertidumbre. Por ello se afianza en su verdad como escudo y como arma.

Ese guerrero es Marte en Libra. Estamos transitando el Portal del León y la configuración astrológica no puede ser más propicia.

La luna llena en Acuario de este 9 de agosto se une al matrimonio de Venus y Júpiter en Cáncer, a la conciencia marciana que en Libra nos invita a la armonía y al balance con nuestros ideales y escala de valores, guiándonos a tomar responsabilidad de nuestras acciones para una mayor integridad personal y alinearnos así con nuestro verdadero ser. Mercurio en Leo, aún retrógrado, también nos sugiere la escucha interior y la reflexión. Y finalmente el Sol en Leo, regente de este portal de luz, nos invita a proteger y defender nuestros derechos individuales de la presión social y encontrar nuestra creatividad única, nuestra autenticidad con fortaleza y coraje para estar en correspondencia con quienes somos realmente y lo que estamos abocados a hacer en estos tiempos de cambio y transformación.

Esta luna y estos meses que nos quedan antes del 2026 son únicos para elevar nuestras intenciones y soltarlas con confianza, siempre y cuando estemos en coherencia y seamos auténticos.

“La Era está pariendo un corazón, no puede más, se llena de dolor” …Es un nacimiento colectivo, es una nueva humanidad la que habrá de emerger y es la razón por la que encarnamos en esta vida, pues tenemos algo que aportar, dando y a la vez sabiendo recibir cada desafío personal y colectivo que se asoma a nuestra puerta.

“Y hay que acudir a ella si es preciso, para vivir…” y asumir a conciencia el ciclo de la Vida/Muerte/Vida!

Frases de la canción La Era esta pariendo un Corazón del cantautor Silvio Rodríguez

                                                                    



 

 

sábado, 5 de julio de 2025

SATURNO-NEPTUNO - Dos grandes en conjunción astrológica


Si entendemos cómo la energía de nuestro universo local determina las pautas de comportamiento personal y también social, podemos guiarnos a través de su significado en la reflexión y en la acción. Es absolutamente fascinante como podemos ver a través de los aspectos que forman los planetas personales y transpersonales las manifestaciones de sus energías en el tiempo/espacio del planeta Tierra gracias a su correspondencia con la realidad.

Las preguntas que suscite este enunciado pueden hacerlas aquí para responder y participar así en la exposición y discusión de temas trascendentes y de actualidad.

 

                                      

 

A partir de la conjunción Júpiter / Saturno en 2020 comienzan doscientos años de configuraciones astrales en signos de Aire después de doscientos en signos de Tierra: esto qué significa? Que estamos cambiando en términos globales y que esos cambios de la sociedad humana nos seguirán afectando a nivel más general que particular debido al protagonismo de los planetas transpersonales.

Lo que es arriba es abajo y viceversa: las energías del planeta están siendo determinadas por los aspectos entre ellos, configurando fenómenos colectivos, sociales y mundiales, lo que nos regirá en esta década 2020-2030 de conmoción y restricción para una nueva era de renovación.
Estarán aspectadas de tal manera por Plutón en Acuario (aire), Neptuno con Saturno en Aries (fuego) y Urano en Géminis (aire) formando un trígono hasta el 2028 cuyo sentido consiste en determinar por el resto de esta década, la energía del planeta enfocada en lo social:

“Esta figura de aspectos armoniosos permanecerá activa durante varios años y proveerá un apoyo muy bienvenido a los cambios sociales de la época de aire”. https://www.astro.com/news/nl_news2507_s.htm

“Este nuevo gran ciclo Saturno-Neptuno se abre con un pequeño gran trígono con Plutón y Urano, que es una configuración muy armónica y por tanto, relativamente poco propicia a rupturas radicales y traumáticas…Es posible que nos encaminemos hacia el nacimiento de una nueva humanidad bajo los auspicios de un recién nacido (Aries) orden (Saturno) mundial (Neptuno)”. Millán, p.208

La conjunción Saturno/ Neptuno en Aries que va a estar configurándose por un año, va a estar movilizando esas dos energías contrastantes: Neptuno, el alma inconsciente y colectiva, el alma popular erosionando las estructuras fijas, jerárquicas y de control de Saturno: “Saturno retiene y da forma, mientras que Neptuno deja ir, disuelve las formas. Saturno estructura, mientras que Neptuno deshace las estructuras. El uno contiene, el otro disuelve todas las redes de contención”. Millán, p.205

“La conjunción de Saturno y Neptuno anuncia una fase turbulenta. Comienzan ahora procesos a menudo caóticos y complejos, que son particularmente visibles en los acontecimientos colectivos. El tema subyacente es un profundo conflicto entre ideales y la realidad”. https://www.astro.com/news/nl_news2507_s.htm 

Esta conjunción Saturno-Neptuno la posee nada menos que Putin en su carta natal, el presidente de China y los países de Colombia y España. “La última vez que se encontraron estos dos planetas fue en Capricornio en 1989. Las turbulencias de esos tiempos, como la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, todavía reverberan en el presente”.https://www.astro.com/news/nl_news2507_s.htm 

“Paradójicamente, el lado positivo de esta cualidad del tiempo incluye a la actual desilusión. Los sueños que ahora se disuelven dejan atrás el espacio donde puede manifestarse el nuevo espíritu de los tiempos, un nuevo mito colectivo. Esto se relaciona la cualidad de Aries, dinámico, tenaz, asertivo y pionero, así como su lado sombrío, impaciente, fanático, y guerrero”. https://www.astro.com/news/nl_news2507_s.htm

Por otro lado, cada vez que Urano entra en Géminis (a partir del 7 de julio), Estados Unidos se encuentra en guerra porque tiene a ese planeta, de energía disruptiva y revolucionaria, en ese signo en su carta natal y así ha sucedido cada vez que Urano vuelve a esa posición (Urano se demora 7 años en cada uno de los doce signos, por lo tanto, retorna cada 84 años), como sucedió para su independencia como colonia, para la guerra civil de Secesión y para la II Guerra Mundial, tres tránsitos astrales y ahora va para el cuarto, según el astrólogo español, José Millán.

Aries, el signo de la acción impulsiva, comienza el circuito energético del Zodíaco con el comienzo del año astrológico en el equinoccio el 21 de marzo después del último signo que es Piscis y debido a que Saturno y Neptuno están transitando de Piscis a Aries, estos tiempos tienen ese aire de final, esa atmósfera apocalíptica.

Neptuno que dura 14 años en cada signo, despierta en Aries el sueño colectivo sumido previamente en la religión y en una espiritualidad sometida a creencias (el signo Piscis, del cual además Neptuno es su regente), para ir a la acción y recuperar el sentido de estar encarnados como almas en un plano terrestre recordando nuestro origen y propósito trascendente. El protagonista de este proceso de conciencia es el individuo (Aries) en su ámbito social, en su conciencia de pertenencia al todo, en la asimilación de su papel como gestor de una nueva era de activismo espiritual, de iniciativa personal.

Saturno en Aries le da forma y estructura a este movimiento de masas concibiendo medios alternativos de gestión del individuo en la sociedad lejos de lo institucional y jerárquico, “una exaltación del individualismo basada en la voluntad propia de vivir independientemente de los otros, de contar con los propias energías y recursos frente a la vida”. “Saturno en Aries implica que cada uno tiene que responsabilizarse de si mismo sin esperar que el colectivo le libere o mantenga”. Millán, p.207

La energía ariana empodera al individuo rompiendo tabúes y confrontando lo viejo y caduco de una sociedad ya fragmentada y distópica para re-estructurar una nueva forma de conciencia social cuyos ideales los define un Neptuno en Aries que busca justicia y nos invita a encarar una visión con sentido social y altruista, con la fuerza de transformación que concede Plutón en Acuario, donde las fronteras de la mente se expanden gracias al avance tecnológico que nos conecta como humanidad ( Acuario, el aguador) para restaurar el sentido de la existencia más allá de ideologías y religiones y más acá, en una connivencia con la Madre Tierra que nos sostiene y alimenta.

Hoy se enfrentan los tres regímenes que representan “las religiones del libro” que los identifican: Israel (judaísmo), Estados Unidos e Irán (cristianismo e islamismo fundamentalistas) en el territorio del Medio Oriente, donde surge el conflicto original de este último ciclo histórico de nuestra humanidad. Esta atmósfera guerrerista por el poder de las armas nucleares tiene en vilo al mundo entero y es muy propia de Aries cuyo regente es Marte.

Aries no es Libra, ambos forman el eje cardinal del Zodiaco, no negocia sino que confronta, por lo tanto, tendremos constantes amenazas a la cercenada paz mundial todo este año mientras los planetas transpersonales que se mueven lento induciendo cambios en lo social, entran y salen respectivamente de los signos Piscis a Aries (Saturno y Neptuno) y de Tauro a Géminis (Urano) durante el resto de 2025, entre los elementos Tierra-Agua a Fuego- Aire!

Durante esta conjunción Saturno/Neptuno, la energía de Saturno provocará desilusión por lo vivido pero Neptuno con la suya propia nos permitirá una nueva narrativa de contenido ariano e intransferible, para la creación de espacios personales apartándonos de las estructuras de gobierno para instaurar dentro del estado nación al que pertenezcamos, nuestro propio estado del cual solo nosotros somos responsables. 

Para esta década, viviremos eventos de sacudidas con sensaciones de incertidumbre y ansiedad, salidas y entradas a los signos donde finalmente el pequeño gran trígono se estabilizará de una manera fluida y sostenida, canalizada por Saturno durante los años 2025,2026 y parte de 2027.

(Continúa...)

Notas:

Comentarios y citas basados en el libro Astrologia para el Nuevo Orden Mundial de José Millán Ed. Planeta, 2024- Ver su canal en YouTube

El efecto Carrington ( https://historia.nationalgeographic.com.es/a/el-evento-carrington_18748 ) puede repetirse debido a la presencia de un grande como Urano que regula los eventos atmosféricos y estamos en un ciclo solar máximo (ver Stefan Burns en YouTube)

Mis dos últimos blogs tienen relación con éste y con los que vendrán, constituyéndose en un paradigma que, gracias a los elementos astrológicos, conforma una visión complementada desde el análisis antropológico y espiritual de la realidad profundamente cambiante a la que estamos abocados en este siglo XXI.


 

domingo, 5 de enero de 2025

2025: el llamado de lo transpersonal




 

Os deseo un año 2025, agitado, disruptivo donde os van a cambiar las ideas radicalmente, finalmente es una cuestión personal , si uno se abre y aprende a extraer de la vida lo mejor de lo peor, muchas veces  lo peor es lo que tiene uno y tiene que trabajar con eso, el ser humano tiene un poder creativo increíble, los países más desarrollados son los que no tienen recursos propios pero tienen los mayores niveles de vida,  el único recurso que tenemos es el humano, nuestro recurso es acuariano, es el individuo y debemos ocuparnos en crear amistades, redes, en acabar con jerarquías y estructuras innecesarias y confiar en la sabiduría de la red, invertir en sabiduría humana, en valores acuarianos”. José Millán

In an increasingly fractured and polarized society, we need to reach deep inside to find what gives our lives meaning. Simone Butler

 

¡Estamos de cara a la necesidad de nuevos paradigmas para operar la realidad! Se ha venido gestando en el cambio de siglo y más aún desde la pandemia y de manera generalizada, como una verdad que se repite y que este año, después de presenciar el riesgo de extinción en una posible guerra mundial, la reflexión apunta con mayor fuerza a esta verdad.

También hay otro antecedente vital a considerar y es el agotamiento de una existencia basada en la consecución material para el bienestar y la felicidad humana. La crisis espiritual es la otra cara de esa realidad y es evidente en la búsqueda de caminos alternativos a las religiones oficiales.

Desde la perspectiva de la misión y visión de este blog, quiero aproximarme de la mano de la astrología a darle un vistazo a este nuevo año porque se considera un año bisagra, un umbral a cambios necesarios que la vida como un todo exige, desde la naturaleza del planeta como desde la conciencia humana que hoy reconocemos como conectadas en esa acepción de Gaia.

Cada vez más nuestra atención está siendo marcada por la mirada transpersonal, aquella que toma en cuenta la dimensión de los acontecimientos afuera de nuestra vida personal sea porque nos sentimos ya predeterminados por el acontecer climático, económico y político o porque realmente estamos inscritos en esa conciencia global, resultado de cambios reales que nos afectan en nuestro mundo personal y familiar.

La historia mundial nos ha ido inscribiendo en esos procesos de cambio como grupo social, más allá del entorno familiar que configuraba nuestra existencia en comunidad y en un siglo, desde la revolución industrial a la tecnológica, nos hemos ido identificando con aspectos sociales más complejos que los de nación o religión que nos determinaron en el pasado. Aunque éstos aún mueven a las masas en su inconsciente colectivo, manipulado por poderes oscuros cada vez más expuestos y evidentes en sus intereses, los seres humanos han encontrado identificación con variedad de grupos afines, profesionales e interdisciplinarios, de igualdad o diversidad de género, de culturas alternativas, de caminos espirituales diferentes a los de su propia tradición, tribus que reúnen gustos y tendencias, intereses específicos que llevan al individuo a expandir su círculo de lo personal a lo social.

La participación ciudadana es mayor gracias a las comunicaciones que crean estos puentes y alimentan la existencia de esta diversidad de nichos, de narrativas, en una palabra, de expresión. La conciencia colectiva se ha fortalecido para bien o mal de muchos. Pero es vital aprender a observar la realidad con una mirada científica que nos evite los prejuicios y juicios de valor para poder entenderla en su sentido y proyección.

Como humanos en proceso de transformación tenemos la capacidad de darnos cuenta, de ser conscientes (awareness en inglés). Gracias a la experiencia se produce conocimiento y gracias al conocimiento hay conciencia. Sin conciencia estamos sumidos en la ignorancia y abocados al sufrimiento, en el ciclo vicioso de placer y dolor. Cuando el ser humano comprende su condición de nacer, crecer y morir como un proceso de reconocimiento de su limitación, pero a la vez de oportunidad y crecimiento espiritual, entiende que la vida ha de ser aprovechada para fines que van más allá de obtener un refugio y un alimento, una seguridad básica. Gracias a la experiencia de las relaciones va a desarrollar una autoimagen y va a reconocer en el otro, la sombra que debe superar para elevar así la conciencia de sí mismo y, por ende, la del otro, la del mundo. Porque es en base a las relaciones entre seres vivientes que nos desarrollamos como especie y como personas.

Este nuevo siglo que se acerca ya a un tercio de su tiempo nos ha inscrito en un paradigma que supera el nivel de la tercera dimensión de conciencia. Las dimensiones existen en un universo transpersonal, en un universo global, en un universo que trasciende la linealidad del tiempo y la ley de causa-efecto. Con el descubrimiento de la física cuántica, la mente humana actual entiende su poder de alterar la realidad con su capacidad creativa, su capacidad de resiliencia, su poder de autogestión, con el hecho mismo de ser consciente. Gracias a ese fortalecimiento de valores individuales, entendemos mejor la importancia de la tolerancia, el respeto y aquellos derechos humanos que precedieron las guerras mundiales y que aún no han podido integrarse al status quo porque la lucha de poder por mantener los privilegios económicos de las élites versus los derechos de la mayoría continúa y desafía la conciencia global. Sin embargo, ya existe una idiosincrasia liberada de dogmas y creencias impuestas, la rebeldía ante la injusticia y la hipocresía hace parte de la conciencia humana y el camino del medio, la búsqueda de una balanza sigue removiendo los cimientos del edificio social.

El curso de la conciencia transpersonal viene gestándose gracias al desarrollo de la ciencia y a su encuentro con la psicología y la espiritualidad moderna. La dualidad se concibe mejor desde la polaridad donde los opuestos se complementan dando una visión más íntegra y completa. Algunos ejemplos como la complementación de los hemisferios cerebrales indica que la razón como la imaginación son necesarias para percibir y diseñar la realidad. La esfera física del ser humano no se concibe ya independiente de las esferas emocionales y mentales.

Como grupo social estamos aprendiendo a ser solidarios cuando estamos sometidos a variables climáticas que nos afectan a todos. La empatía es hoy en día una conducta imprescindible de la moral colectiva como lo es la compasión gracias a la sensibilización por los seres vivientes diferentes a nosotros, por su extinción, por el maltrato del que son objeto, y por nuestros mismos congéneres cuyo sufrimiento no puede pasar inadvertido. Estamos expuestos a todo tipo de hechos informativos que nos exigen tomar partido, aunque también es cierto que el escepticismo y la apatía responden como mecanismos de defensa de nuestra subjetividad.

Pero nuestra capacidad de acción está atenida a nuestro ser como persona y más aún, a nuestro ser como Ser, como alma, como germen de un entramado mayor que llamamos Creación. Por ello hoy en día, el discurso existencial está más enfocado en las analogías, en apreciaciones comparativas para puntualizar lo que nos es común a todos, independiente de las diferencias de identidad social, del estrato económico, porque las experiencias terminan siendo las mismas y son concluyentes unánimemente porque hacen parte de nuestra condición humana.  Es decir, son referentes de algo que nos es común, al individuo más que a la sociedad misma y sus instituciones, las cuales están y seguirán en crisis mientras el Ser evoluciona con el impulso de la energía transpersonal.

Los descubrimientos astronómicos han ampliado la conciencia del humano a una conciencia universal y galáctica, para comprender una historia y un presente común, un tiempo donde el futuro solo puede determinarse por las acciones en pos de la vida, porque el planeta como la naturaleza es en sí, transpersonal.

Así es como los planetas que acompañan al nuestro en este sistema solar que coexiste con otros en una galaxia bautizada la Vía Láctea (como la vemos desde la Tierra), han ido develando su juego, su participación en nuestra mente superior para configurar una mayor expansión de nuestro reconocimiento sobre quienes somos como especie. 

En mi blog anterior afirmaba:

“Cuando la conciencia humana reconoce la existencia de otros planetas en este sistema solar en el que nos hallamos, Urano, Neptuno y Plutón, es cuando vamos a profundizar en una visión que deja de ser local para hacerse universal. Son los llamados planetas transpersonales (en oposición a los personales ya mencionados) descubiertos en los siglos XVIII y XIX.”

“Nuestro microcosmos se asemeja al macrocosmos con nuevos desafíos físicos y psíquicos que como individuos nos involucran en una conciencia colectiva por los determinismos propios de coexistir en un mismo espacio/tiempo.

Astrológicamente, la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno (los llamados cronocratores de la humanidad) en el signo de Acuario en diciembre de 2020 marca el fin de una era de 200 años influenciada por el eje tierra-agua y el comienzo de una de aire-fuego de 200 años y con el ingreso de Plutón en Acuario en 2024 y Urano en Géminis en el 2025 (Acuario y Géminis, signos de aire), señala el cambio de foco de la fuente de valor, lo material (los bienes) a lo espiritual, los valores humanos, la comunidad (1*). El año próximo será un año bisagra ya que para el 2026, Neptuno y Saturno ya estarán en Aries (fuego cardinal) y junto a Plutón en Acuario (20 años) y Urano en Géminis (7 años) serán protagonistas de este universo transpersonal.

Acuario y Leo, son signos opuestos y complementarios:  Acuario es el individuo que se ofrece a los demás y es tolerante y respetuoso por naturaleza; Leo, un signo que exalta el individuo, símbolo solar de la fuerza de voluntad, la vitalidad, la iniciativa. La tensión entre estas dos naturalezas individuales va a estar determinada en la influencia de un planeta como Plutón que en su paso de 20 años por Acuario estimulará nuestra naturaleza acuariana y nos permitirá participar de la danza transpersonal tan necesaria después de haber estado en Capricornio y removido las estructuras obsoletas para dar paso a la construcción de un yo más solidario y comprometido con sus hermanos.

Neptuno y Saturno al estar en Aries darán impulso a su naturaleza: Neptuno  nos habla de disolvernos en el océano cósmico de lo místico, invitándonos a reivindicar con acciones (sacrificios) los valores de comunión, compasión e imaginación, las drogas psicodélicas para la autotransformación son ejemplo de su influjo  y Saturno le dará vida nueva a lo que plantean Neptuno y Plutón, nos hará estructurar y concretar las energías de renovación, que de no hacerlo, nos excluirá del nuevo orden pues Saturno es la hoz que nos permite cortar con lo que ya no es funcional.

En un sentido tenemos ante nosotros la conciencia de que, así como vamos, no es posible continuar. La vida a través de las configuraciones astrológicas no solo de occidente sino también desde otras cosmovisiones como la China cuyo nuevo año estará simbolizado por la serpiente, señalan los desafíos. Pero solo el ser humano en su discernimiento sabe ya lo que el universo nos está indicando. Es en nuestra relación abierta y atenta como las múltiples posibilidades aparecen. La realidad es la que creamos en conjunto, en conexión, en el flujo que la vida nos indica, integrando las experiencias y dándoles sentido, disponibles a las incertidumbres porque ya las certezas del pasado (patriarcado, ocupación, abuso, manipulación, extracción, explotación) dejaron de ser útiles para el sistema.

Los planetas exteriores (Urano, Neptuno y Plutón) (2*) representan profundas fuentes de cambio y pueden ser considerados energías o planetas «transformadores». Se les equipara a los cuatro jinetes del apocalipsis (Saturno y Neptuno, Urano y Plutón) porque son tiempos apocalípticos, ¡de cambio y transformación! (3*)

A partir de allí, estas influencias astrales que con los planetas transpersonales son más extensas, nos conducirán a un tiempo nuevo, un tiempo de apertura, una serendipia facilitada por una conciencia individual que se opone a su condición social determinada por la energía de estructuras viejas, inoperantes y decadentes como son la familia convencional, la sociedad de clases, el gobierno democrático no participativo, la empresa jerárquica, las industrias extractivas, las instituciones religiosas, lo que hoy nos ha llevado a una crisis de sostenibilidad social y ambiental general.  La nueva era simbolizada por Plutón en Acuario por ser el planeta de crisis-muerte y transformación- y Acuario, el signo del individuo generoso, irreverente y revolucionario nos trae la posibilidad de nuevas estructuras colectivas más horizontales y abiertas, la cultura de la red, de la contribución, modelos de gobierno más abiertos y colaborativos. El sentido de identidad seguirá su dinámica ya existente: desidentificación con modelos anacrónicos e identidad con proyección individual.

“Nuestra conciencia cada vez más global y universal nos da la posibilidad de reconocer nuestra potencialidad humana desde el ser individual que puede cocrear su vida personal en armonía con la vida de los otros, el mundo restante y de allí emerge su conciencia de unidad, de hacer parte de un Todo, cuando se da cuenta de que sus actos pueden producir efectos tanto adversos como positivos para esa totalidad de la que hace parte” (ver Blog anterior).

“Arribamos así en una era que trae a gran velocidad, imperiosos cambios que implican resiliencia, empatía y crecimiento personal para poder responder a los desafíos como especie” (ver Blog anterior).

Los planetas transpersonales demandan abandono del interés personal a cambio de una visión global y universal que nos permita liberarnos de las cargas del karma familiar y social y enfocarnos en el karma personal, el único del que podemos hacernos cargo.

Por ello, nuestra tarea en estos tiempos venideros es permitirnos manifestar nuestra individualidad no desde el ego sino desde el ser que todos somos en esencia y que nos hace una humanidad, un colectivo, un universo transpersonal.

 

Blog Citado:

https://mensajesdetoronjil.blogspot.com/2024/09/conciencia-individual-conciencia.html

(1*) Los signos de aire se relacionan con la mente, la percepción, la expresión, asociadas a la interacción personal y los signos de fuego muestran el principio vital, cálido, radiante y activo que puede manifestarse como entusiasmo, fe, estimulo y un fuerte impulso a la manifestación del yo.

(2*) Aspecto astrológico conocido como el pequeño gran trígono de estos planetas por 7 años.

(3*) El énfasis elemental que revelan los planetas exteriores durante un período de varios años tiene su principal interés a la hora de iluminar las diferencias generacionales y los cambios sutiles en la psicología de masas del mundo entero (Manual de Interpretación de la Carta Natal de Stephen Arroyo)

 

 

 

 


viernes, 27 de septiembre de 2024

CONCIENCIA INDIVIDUAL, CONCIENCIA PLANETARIA, CONCIENCIA COSMICA


Entender el reflejo de la conciencia como guía en el camino evolutivo de la humanidad es un desafío mayor. Filósofos de todo lugar y cultura han buscado explicar la pregunta existencial que todo ser humano trae desde su nacimiento: ¿Por qué y para qué existo? Pregunta que continúa vibrando a medida que la conciencia colectiva nos fuerza a responder como grupo sometido a los mismos desafíos en esta época presente.

La astrología actual, la llamada humanista o evolutiva basada en el Zodiaco, nos da una posibilidad de comprensión al develarnos cómo los descubrimientos del universo físico y energético del sistema solar en el que se halla la Tierra explican la evolución de la conciencia como especie. Evolución que, desde luego, nos implica como individuos si partimos de que existimos en función y relación a los otros humanos y no-humanos.

En primer lugar, como individuo y especie, experimentamos ser y existir a partir del espacio vital que nos rodea. La Tierra, que es nuestra conciencia (concepto de Gaia), es nuestro primer hogar desde el tiempo medido y registrado como seres vivientes en este planeta, así como lo es nuestra madre física en nuestra vida individual. Por lo cual ese concepto de madre personal lo hemos proyectado a la madre tierra, la Pachamama, fuente dadora de nuestras necesidades básicas para sobrevivir.

Posteriormente, nuestros ojos reconocen en el Sol y en la Luna, dos luminarias que van a determinar ciclos fundamentales para aprender a vivir sobre esta esfera electromagnética que nos envuelve y cobija, con la cual establecemos una comunicación vibrante porque también somos sus hijos, seres pulsados por las mismas fuerzas.

Sol y Luna como Marte y Venus van a simbolizar aspectos de nuestras polaridades femenina y masculina, energías que definen este plano o dimensión de conciencia en el que discurre la historia humana. Júpiter y Saturno van a expresar las posibilidades (expansión) y las limitaciones (contracción), energías que van a jalonar nuestras experiencias y elecciones en mayor o menor medida, tanto individual como colectivamente.

Cuando la conciencia humana reconoce la existencia de otros planetas en este sistema solar en el que nos hallamos, Urano, Neptuno y Plutón, es cuando vamos a profundizar en una visión que deja de ser local para hacerse universal. Son los llamados planetas transpersonales (en oposición a los personales ya mencionados) descubiertos en los siglos XVIII y XIX (J.C.G.).

La conciencia de nuestra ubicación como universo local y como parte de una de las miles de galaxias descubiertas, conlleva simultáneamente una percepción expandida y realista de nuestro propio mundo por la conexión que producen las migraciones de la población y los avances recientes de la tecnología.  Nuestro microcosmos se asemeja al macrocosmos con nuevos desafíos físicos y psíquicos que como individuos nos involucran en una conciencia colectiva por los determinismos propios de coexistir en un mismo espacio/tiempo.

La ciencia como cosmovisión, con leyes basadas en la experimentación que nos unifica en una forma de pensar y de hacer, tanto en las ciencias naturales y físicas como las sociales y psicológicas, nos otorga un sistema de referencia.  Nuestra conciencia cada vez más global y universal nos da la posibilidad de reconocer nuestra potencialidad humana desde el ser individual que puede co-crear su vida personal en armonía con la vida de los otros, el mundo restante y de allí emerge su conciencia de unidad, de hacer parte de un Todo, cuando se da cuenta de que sus actos pueden producir efectos tanto adversos como positivos para esa totalidad de la que hace parte.

Arribamos así en una era que trae a gran velocidad, imperiosos cambios que implican resiliencia, empatía y crecimiento personal para poder responder a los desafíos como especie. El tiempo se acelera, las generaciones humanas sucesivamente van señalando nuevos retos y nuevas maneras de concebir la vida sobre el planeta.

Sin embargo, la repuesta a aquella pregunta existencial continúa taladrando la psique personal y colectiva. La información que nos brindan los avances científicos y que circula a nuestro alrededor constantemente no nos hace más sabios si tenemos en cuenta la manipulación misma que de ella se hace. La presión social y económica continúa exigiendo soluciones día tras día para la mayoría de la población. Asistimos a una correlación de fuerzas que conlleva respuestas inmediatas y prácticas y las existenciales y trascendentales ya no las responden la identidad cultural o nacional, las religiones o los gobiernos. El sentido de identidad está quebrantado hasta la médula de lo que reconocíamos como únicas opciones de género, hombre o mujer. Condicionados al medio social y a la economía, los individuos difícilmente pueden atribuirse la libertad de decisión sobre un mejor futuro para sí y su descendencia. La crisis ambiental tampoco ayuda.

He aquí la paradoja. Porque a la vez, el individuo pretende tener el destino en sus manos si responde a los desafíos desde el paradigma del empoderamiento y se hace a herramientas que le permiten labrar su camino personal confiando en su poder de elección, soltando programaciones y expectativas de su origen familiar, social y cultural y aventurándose a encontrar lo que lo haga a lo mejor exitoso, probablemente feliz.

La encrucijada es la señal de estos tiempos que atravesamos. Cada vez más, nos enfrentamos a la necesidad de definiciones en las áreas de la política de la cual hacemos parte como grupo social. En el tema ambiental vamos concientizándonos de sus urgencias a nivel local y global. Y a la vez, somos recursivos en solventar los imprevistos y vicisitudes, en trazar una ruta mínima que nos ayude a superar el día, la semana o el mes. Vamos entendiendo de qué se trata vivir en la incertidumbre que nos planteó la pandemia.

Los astrólogos pueden interpretar sucesos personales y globales de acuerdo con las influencias de los astros y las relaciones de estos entre sí. Los aspectos astrológicos que marcan cambios fundamentales para la humanidad actual y futura tienen como protagonistas a los planetas transpersonales.

Astrológicamente, la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el signo de Acuario en diciembre de 2020 marca el fin de una era influenciada por el elemento tierra y el comienzo de una era de aire de 200 años con el ingreso de Plutón en Acuario en 2024 y Urano en Géminis en el 2025 (Acuario y Géminis, signos de aire).

Nos es fácil entender hoy en día el impacto que tuvo la pandemia en el desenvolvimiento de una nueva normalidad.  Y ya hace varios años estamos viviendo otra transición, la que va desde la era de Piscis a la era de Acuario: “Estas transiciones entre eras astrológicas se integran dentro de lo que se llama el Gran Año, un período de 26.000 años que es la duración del ciclo que traza el eje de rotación de la Tierra en su movimiento de precesión” (J.M. p. 59) y que ha dado lugar a diferentes eras que traen las características generales del signo al cual el eje de rotación apunta en el segmento del cielo que ocupa esa constelación. Eras que duran más o menos 2.300 años, la de Piscis estuvo marcada por la religión como institución en la cual el individuo hace parte de un rebaño, se victimiza y se sacrifica para ser redimido en la promesa del paraíso celestial. La era de Acuario es la apoteosis del individuo que busca ser libre con el poder de la ciencia y el conocimiento que le aporta, el surgimiento de una conciencia global gracias a la red de relaciones de seres humanos diversos y respetuosos de la diversidad.

La precesión de los equinoccios

Estamos frente a cambios que corresponden a la energía que circula en nuestro universo, cada vez más expandido como la conciencia que lo percibe. Tiempos de transición entre estas dos eras donde la tecnología resultante del desarrollo de la ciencia del siglo pasado viene siendo utilizada como herramienta de manipulación y su uso a nivel individual ha generado cambios en las relaciones del ser humano y su entorno.

Cuestionamientos de identidad y heterogeneidad sexual; estrés, desórdenes post traumáticos, aumento de enfermedades mentales ( ataques de pánico, depresión, Alzheimer principalmente); crisis en las instituciones sociales de las democracias representativas ( justicia, educación, salud ), aumento de la brecha entre clases,  desmembramiento de las grandes religiones y sobre todo, el resquebrajamiento de la estructura social piramidal, que anticipa el final del patriarcado (monarquías, estados/nación, grandes corporaciones, tiranías) y el desencanto de los pueblos con sus gobernantes (producto del último paso de Plutón por Capricornio): todo esto ha desatado un clima de tensión en aumento en esta transición a un nuevo siglo.*(1)*

Y es aquí donde el papel de Plutón en Acuario es fundamental para un proceso de conciencia mayor ya que según el signo por el que pasa, Plutón genera procesos de crisis, muerte y transformación, en un rango de tiempo de veinte años, a diferencia de los planetas personales que son de influencias más cortas en los signos por los que transitan. Plutón revela y exacerba lo tóxico en cada signo y las consecuencias del mal uso de su circuito energético.

En su paso por Capricornio (2008-2024) nos mostró la crudeza del patriarcado asentado en el poder, desconectado del pueblo, en alianza con las religiones oficiales y mediante el abuso de ese poder condujo a la extracción obsesiva de recursos y a la alienación de la población. Capricornio representa el poder y con Saturno, su regente, da estructura y lineamientos que Plutón viene a cuestionar.

En Acuario, signo del aire común, de la atmósfera del planeta compartida por todos, este tránsito de Plutón en Acuario va a tocar varios aspectos de la sociedad creando rupturas, cambios radicalmente democratizadores y necesarios para limpiar y sanar nuestra atmosfera física, la corrupción generalizada de los gobiernos y grandes corporaciones, el control social por medio de la propaganda y la desinformación de las redes sociales, el veneno de las relaciones humanas sociales y laborales, la segregación por razones de género, clase, raza y religión que nos dejó la era anterior.

Hechos históricos del tránsito de Plutón por Acuario, entre otros, fue el llamado Siglo de las Luces donde se gestaron la Revolución Francesa y los procesos independentistas en América, y los tiempos actuales están signados bajo los mismos aspectos astrológicos de la antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Plutón en Acuario “nos habla de la inevitabilidad e irreversibilidad de la muerte de una sociedad, su disgregación y el nacimiento de otra profundamente distinta” … “El signo de Acuario está relacionado con la ciencia como epistemología, los descubrimientos científicos, los avances tecnológicos, el espacio exterior, común a todos, las revoluciones políticas y sociales, el cambio social, el igualitarismo y las ideas progresistas” (J.M.p.117).  Las tecnologías actuales se han ido centralizando para su control y producción, pero con Plutón en Acuario serán cada vez más expuestas y repuestas al servicio de todos como fueron concebidas.

Lo colectivo será cada vez más predominante en cuanto a desafíos y soluciones.  La sustitución paulatina de estructuras verticales por unas más horizontales, de sistemas en red, distribuidos y descentralizados, con los cuales la sociedad de clases conocida se irá transformando, dando paso a una tecnoclase “compuesta por una mezcla heterogénea de personas emprendedoras y creativas de todos los campos de actividad imaginables”. (J.M. p. 105) “Las redes acuarianas se forman por afinidad de ideas entre individuos libres que comprenden que el grupo les ofrece grandes posibilidades de expresión personal”. (J.M. p. 110) La democracia participativa podrá ser una realidad. ¡Ya estamos presenciando la renuncia de los millenials a ser empleados convencionales!  

Este proceso no será fácil: ante nosotros se despliega una avenida que puede conducirnos a una época humanista donde lo colectivo será el potencial creativo que impulsa este siglo y la energía de lo femenino aportará sus bases. Sin embargo, las sombras de Acuario se manifestarán en un dogmatismo científico que entronizará la razón y despreciará lo material e instintivo, lo emocional y personal. El uso de la tecnología como beneficio o medio de autodestrucción será la gran incógnita que planteará este tiempo por empezar. Por ende, serán tiempos convulsos, en el que el ser humano sea como sea, se verá empujado a la necesidad de reinventarse*(2)*.

El individuo acuariano se debatirá entre los modelos de perfección que imponen las tendencias en la red con la realidad de ser humanos, imperfectos y falibles. La tensión de asumirnos como individuos con la inmensa responsabilidad de convertirnos en seres íntegros en completa posesión de nuestros atributos divinos como humanos, (“uno y muchos, ángel y demonio, espíritu y cuerpo, deseo y desapego” (J.M. p. 103) será el desafío a nivel personal.

La posibilidad de tener todo el conocimiento a disposición, la capacidad de haber desarrollado tecnologías que han simplificado la vida contrasta con la incertidumbre frente al futuro que ha provocado el riesgo de extinción frente a los cambios planetarios provocados por la especie humana.

Plutón representa la pulsión constante entre lo que vive y muere, nos enseña a morir para volver a ser, un proceso común a todo lo que conocemos; mientras lo asimilamos, creará desasosiego y ansiedad, oposición y miedo a perder lo conocido así sepamos que no es lo ideal. No es casual que las teorías conspiracionistas estén en boga reflejando el escepticismo e identificando al causante del mal de la época en el otro, al que continuamente se refieren como “ellos”.

La angustia existencial del paso de Plutón por la constelación o signo de Acuario nos trae de nuevo a la pregunta inicial: ¿por qué y para qué existo?  La respuesta ya no será solo individual porque en el proceso hemos comprendido que existimos en múltiples dimensiones de manifestación, en forma y proyección, en contenido y esencia. La vulnerabilidad que provoca la existencia misma frente a la desaparición física se suma a la desaparición como especie que la ciencia ficción ha venido mostrándonos desde la novela de Orwell hasta el cine actual. Sin embargo, la realidad siempre supera la ficción y de acuerdo con el sistema astrológico, la energía de Leo, opuesto a Acuario, nos ayudará en “poder capear estas tormentas sociales acuarianas desde la conexión profunda con nosotros mismos, con nuestra esencia y propósito” (J.M. p.114).

“La función fundamental de Plutón es hacernos profundizar a través de las capas de vulnerabilidad de nuestra personalidad hasta encontrar ese núcleo invulnerable, al que nada toca, y que sin embargo puede tocarlo todo.” (J.M., p. 103)

Con esta frase podemos entender la magnitud de la presencia de un planeta pequeño y frio en el borde de nuestro universo local, que “nos obliga a encontrar en nosotros mismos ese lugar invulnerable e indestructible desde el cual desplegar recursos ligados a nuestra capacidad de morir y renacer” (J.M.p.101).

El viaje de exploración del universo físico y psíquico en la actual Era de Acuario nos invita a la disolución del ego y a la ascensión espiritual, a nuevas fronteras donde las preguntas dejarán de tener significado porque la existencia misma será su respuesta como creadores de la realidad. Ya este camino ha sido recorrido varias veces en ese proceso de acercarnos y alejarnos del centro de la galaxia como sistema solar en el que la conciencia duerme la mitad del ciclo de precesión (de los equinoccios) y en la otra despierta: ese es el significado de la nueva era del despertar tan preconizado por distintas culturas y profecías.


Las eras o yugas según la cosmología hindú

Puedo vislumbrar a futuro que, así como colapsa la energía – como luz- en un agujero negro, puede colapsar nuestra conciencia – también es luz- dejando atrás la mente para diluirnos en un estado de mayor conexión al sentido de ser más que al significado de existir donde la corporalidad no nos limita por que habremos superado un nivel de evolución que nos dispara a otra realidad astral, a otros mundos estelares donde se experimentan nuevos desafíos como seres espirituales que somos.

Historias, relatos, orales, escritos, dictados y canalizados de estas posibilidades como verdades, son amplias y extendidas. Solo queda el mantener la pregunta viva para encontrar en cada individuo y época, las diferentes respuestas hasta que disolvamos la mente individual en el océano de la conciencia cósmica.

 

*(1) *Otros eventos astrológicos que han ido configurando el advenimiento de esta época para la humanidad son los tránsitos previos de Urano (regente de Acuario de 1995-2003) y el de Neptuno (1997-2012) por Acuario que incidieron en el imaginario colectivo con las utopías científicas y tecnológicas (Urano) y las fantasías de redención tecnológica (Neptuno).

*(2) *El decenio de 2024 a 2034 va a estar marcado por el paso de Plutón por Acuario y por los aspectos que forme con los otros dos transpersonales, Urano y Neptuno y con Saturno y Júpiter. El trigono de Urano (en Tauro y posteriormente en Géminis) con Plutón en Acuario y Neptuno en Piscis y luego en Aries dará lugar a “revoluciones, levantamientos, pronunciamientos, rebeliones, epifanías, iluminaciones, y despertares uranianos tanto personales como colectivos que nos van a conectar con lo colectivo…” (J.M. p. 95).

Escrito con apoyo de Astrología para el Nuevo Orden Mundial de José Millán, Ed. Planeta, 2024 y Canal Youtube de Juan Carlos Gomez   https://www.youtube.com/live/k5Pf--gSLiI

Portal del Leon 2025

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