Para muchos trabajadores de luz, nos
encontramos ad portas de la Ascensión.
Sin embargo, la caracterización de estos tiempos no es precisamente la de
observar este fenómeno en nuestros congéneres o en nosotros mismos. De hecho,
cada uno enfrenta sus propios obstáculos en un camino que llamo camino
espiritual por tratarse de la realización del individuo en este aspecto
trascendental de su existencia aquí y ahora en el planeta.
La Ascensión es un proceso lento que conlleva
tiempo y es fundamental entenderlo como proceso pues el advenimiento del 2012
marcó una etapa, un comienzo que para muchos fue mal interpretado como un
final. Ha habido y habrán muchas etapas que algunos canalizadores de la Nueva
Energía distinguen pero para el común de las personas, las que trabajan a
manera consciente en su propio ser, no es tan fácil comprender la evolución a
esa escala. Más determinante es evidenciar aspectos de la instalación de los
llamados códigos de luz, en su cotidiano devenir en ese compromiso de
mantenerse en el camino. Sin embargo, la palabra compromiso sugiere un deber,
una tarea y lo espiritual no merece ese enfoque porque no es un asunto de la
persona sino del alma. El alma tiene asuntos por resolver pero la vida se
encarga de develárselos con el solo hecho de mantener la disposición de
contemplarse y conocerse a si misma.
Los obstáculos en el camino, se asumen como
desafíos bienvenidos en la ruta porque ya no se ven como dificultades sino oportunidades
para hacer lo básico: observarse. Este mirar hacia dentro, este darse
cuenta señala la predisposición a revisarse y cuestionarse pero sobretodo, a
aceptar que solo la mirada interior nos inicia hacia la evolución consciente
porque te permites explorar en la imagen que proyectas, el lenguaje de tu
sombra. A partir de ese mirarse se
accede a la liberación de todo aquello
que nos hemos impuesto en forma de pensamientos
y pautas de comportamiento y asi vamos desnudándonos para reconocernos en
nuestra esencia divina y poderosa.
Pero este es un proceso que aunque se acelere
en los tiempos únicos que atravesamos como planeta y sistema solar, toma años. Años que pueden ser
días para el alma que viene a cumplir este contrato de evolución y liberación.
La Ascensión puede corroborarse en los fenómenos que se presentan en la
evolución colectiva de la humanidad como una mayor conciencia de unidad.
Pero aún prevalecen situaciones muy marcadas por la vieja energía que señalan
el camino entre dos mundos, el que se muere y el que nace. Por más portales que
atravesemos alineados a los momentos cósmicos, debemos de entendernos en
nuestro proceso muchas veces ambiguo y confuso, en nuestros desfases, en
nuestros desequilibrios. Al igual que sucede con el mundo de afuera, nosotros
que nos hemos definido como trabajadores de luz, también estamos abocados a los
desbalances que provoca esta disminución del campo electromagnético en su
vibración y resonancia.
Encontrar el punto de equilibrio para atravesar
estos tiempos, mantenerse centrado y alineado tiene mucho que ver con una
actitud abierta a vivir cada día, atento y en lo posible, sin juicios. Aún asi,
nos dispersemos y caigamos atrapados en las redes de la vieja energía con sus
ideologías y pautas de comportamiento, cada vez nos demoramos menos en darnos
cuenta y aprendemos con cada traspiés lo que nos dice cada situación. En las
relaciones con los demás es donde mejor nos percatamos de este aspecto pues allí
nos exponemos a diario como los seres que vamos siendo y dejamos de ser.
La vivencia de la polaridad en este mundo de la tercera
dimensión nos posibilita mirar las dos caras de las cosas, de los hechos, de
las personas, de nosotros mismos : a través de la vida aquí y ahora, la que
tenemos definida por las elecciones que tomamos, los lugares donde vivimos y
los que visitamos, las personas que nos rodean y con las que nos relacionamos,
la cultura en la que estamos inscritos y en la cual de una u otra forma, seguimos determinados por su sistema económico, político y social. En
ese entorno en el que nos desenvolvemos es donde ponemos en práctica el ser
espiritual que vamos definiendo en esa mirada interna que puede llevarnos a
entender cada cosa que vivimos como lo que nos corresponde vivir.
La polaridad es un juego bastante positivo para
el que lo asume sin juicios y con la actitud del que aprende a jugar y a
dominar el juego con el objetivo no de ganar, sino de superar esa etapa que
solo se consigue cuando, como buen jugador, se enfrenta y se vive. Vinimos a
aprender y toda experiencia es válida.
En Colombia hemos jugado a la polaridad en la
política y en el deporte en este año que transcurre. Los candidatos enfrentados
a ser presidentes para el próximo periodo ocuparon bandos opuestos y las
personas se alinearon con ellos de acuerdo a sus ideas e intereses. La
maquinaria política, la abstención y otros fenómenos comunes del proceso
electoral actual fueron aspectos paralelos e influyentes pero lo más destacado
fue la marcada oposición que generaron los unos contra los otros, develando así la tendencia a la
polarización, es decir a los extremos marcados donde los tintes medios no eran
lo que sobresalía. La segunda vuelta demostró con más claridad el sentido
ideológico de las alianzas y el tema de la paz que aparentemente era motivo de
diferencia, demostró que los conceptos se trastocan cuando la polaridad se
agudiza. Para lograr la paz se hace la guerra, es una de esas paradojas que la
polaridad misma produce. Muchas personas que mantenían posturas apolíticas
terminaron tomando partido y hasta escritores
cuyos planteamientos solían mantenerse justificados en posturas políticas definidas,
sorprendieron al cambiar, utilizando con la misma fuerza y convicción, ideas
opuestas. Tanto los medios oficiales como las redes sociales hicieron gala de una ¨opinionitis¨
aguda que acompañó la campaña presidencial de principio a fin y de la cual
muchos no pudimos escapar.
En el fútbol, ha sido igual. La selección
colombiana despertó como nunca un fervor patriótico cuya abstención no se notó,
por el contrario, ya hay más intelectuales defensores del fenómeno del fútbol
como algo positivo y no como un juego estúpido: ¨El fútbol es popular porque la
estupidez es popular¨, decía Jorge Luis Borges. La intensidad emocional por ver
ganar a la selección en los octavos de final y la fiebre que generó al
enfrentarse a Brasil en la propia casa del anfitrión del Mundial 2014, son
hechos que señalan unidad por la identidad que despierta en el país pero a la
vez genera polaridades en el enfrentamiento y la competencia con otras tantas
selecciones y su hinchada. Igualmente, las naciones americanas inclinaron la
balanza tradicional y lograron en principio imponerse a las europeas, generando
una inversión de la polaridad muy típica en cuanto a que en el juego de la
polaridad, cuando se fuerza hacia uno de los opuestos, no se resuelve, más
bien, se invierte.
De esta manera se expresa la ley de la
polaridad que gobierna nuestra dimensión de conciencia. El jugador es el EGO
que otorga valor a los opuestos que se enfrentan. Opuestos que son
complementarios ya que no podemos explicar el uno sin el otro. La tendencia
hacia la izquierda genera la misma tendencia hacia la derecha, como en el juego
político. La atracción hacia un equipo de fútbol hace que haya otra hacia otro
equipo y así, sucesivamente, la polaridad se manifiesta en nuestras vidas,
tanto en el exterior como en el interior. Lo que está afuera no suele ser otra
cosa que lo que proyectamos desde nuestro interior. Y aún más, lo que juzgamos
en los demás puede ser lo que no aceptamos de nosotros mismos, por eso se le
llama la sombra. El dominio del ego es la mente racional. La razón se basa en
juicios de valoración y la discusión no termina porque la verdad está dividida.
Y por fuerza del juego de la polaridad, toca los terrenos de la irracionalidad,
expresa todo su contenido en la emocionalidad y demuestra que la conciencia de
polaridad toca a su fin cuando sus extremos se tocan porque ya no se distinguen.
Así es como se resuelve y es allí donde debemos ubicamos para entender que el
juego de la polaridad se da para que lo entendamos y lo superemos. Aprendiendo
de qué se trata, de esa manera lo trascendemos y podemos continuar atentos y
más despiertos a lo que nos va llegando por correspondencia.
Ese es el trabajo de la luz que nos lleva a la conciencia
de la unidad. La oscuridad se manifiesta cuando caemos en la trampa del juego
de la polaridad. Pero la conciencia de
la unidad es lo resultante cuando
podemos observar sin perturbarnos, los opuestos como conceptos que definen el
mundo de la dualidad.
Y podemos entonces, situarnos en un punto de
equilibrio que nos permita dar un paso más en la comprensión de las leyes que
rigen esta dimensión. La Ascensión se logra en el avance de la conciencia que
resuelve la dualidad cuando la vive y la supera. Está bien para aquellos que
elijan aislarse para construir su utopía de com-unidad, para alimentar la nueva
energía, para consolidar proyectos de vanguardia para un mundo nuevo. Pero la
mayoría de seres despiertos están aquí y ahora en el juego de la polaridad y es
allí donde aprenden y enseñan con su ejemplo, a jugarlo!
Recordemos que: Cuando no quieres ganar, nadie
te derrota!