martes, 22 de junio de 2021

LA MADRE DIVINA I


 

Lectura de un ensayo de Riane Eisler: The Long Journey Home: Reconnecting with the Great Mother, 1990


En pocos días tendremos una luna llena en Capricornio en este signo zodiacal de Cáncer del cual la luna es su regente. Para los que no entienden de astrología, la luna simboliza el cuerpo emocional y determina el flujo de las aguas en las plantas, en las personas, en el planeta. Cáncer como signo zodiacal es de naturaleza femenina porque encarna ese rol de nutrir y sustentar, de cuidar y de defender el hogar, la base de la existencia, el nicho en que se desarrolla y se asegura la vida.

Según la autora de este ensayo, gracias a descubrimientos de la era Neolítica en Europa, se logra evidenciar una sociedad orientada hacia un modelo asociativo y de reverencia hacia la Diosa como entidad divina. Este modelo de sociedad se diferencia del modelo que ha tenido la civilización de los últimos 5.000 años: el del dominador, que ha creado un mundo disociado y desconectado de  la espiritualidad inherente a  todo ser humano, al institucionalizar esa conexión tan cotidiana y personal utilizando jerarquías e intermediarios, generalmente hombres, que se atribuyen poseer una verdadera relación con Dios y que los demás han de tenerla de acuerdo a su mandato.

Especialmente las mujeres han estado sometidas y des empoderadas para ejercer libremente esa relación que nace con nosotros porque en esencia somos seres espirituales. Aún así, han resistido en silencio como también han desafiado abiertamente este sistema represor. Gracias a esta energía femenina  estamos de nuevo frente a la posibilidad de recrear una sociedad más igualitaria que nos permita recuperar la sacralidad de lo cotidiano y la cosmovisión de la Diosa como la misma Creación. Aquellos modelos asociativos no eran matriarcados como se ha creído sino sociedades que tenían una visión donde todo lo existente pertenecía a la Gran Madre, sus hijos eran divinos fueran hombres o mujeres. Todo acto por más elemental estaba imbuido de un sentimiento sagrado por esa conciencia de conexión profunda a la Vida, a su belleza y misterio, el milagro mismo de vivir era un asombro, un acto de gratitud. 

Ante el desastre ecológico al que nuestra sociedad moderna ha llevado al planeta, nuestro hogar, es imprescindible vislumbrar la posibilidad de una sociedad con una visión integradora que recupere la conexión de la espiritualidad con la naturaleza que es la expresión de la vida misma a la que todo ser vivo pertenece.

Esta reconexión es necesaria para redimir el sentido de la vida sobre la Tierra, en comunidad con las especies de fauna y flora que son nuestro hábitat y en comunidad entre hijos de la Gran Madre que somos todos. Esta es la verdadera noción espiritual de esta nueva era de Acuario y es compatible con el derecho a la igualdad social entre géneros que vemos actualmente, con la defensa del medio ambiente y de los núcleos de población desprotegida, desplazada y victimizada, que clama su rol histórico no para competir por un poder institucional pero si para ser creadores de su destino como lo manifiestan hoy los jóvenes de las primeras líneas.

La Gran Madre encarna el poder de nutrir, sustentar y proteger lo más sagrado y necesario que es la Vida misma. Reconocer su sabiduría en la resistencia y resiliencia que logran los ecosistemas agredidos y en las asociaciones de personas alrededor de su necesidad de seguridad y estabilidad para así poder crear y realizar el sueño de una sociedad en paz y armonía es lo que tenemos que entender esencialmente de todo lo que observamos sucede en nuestro país y en el mundo.

Que esta luna llena del 24 de junio sea la oportunidad de sintonizarnos con una noción y un sentimiento religioso ( re-ligar, reconectar),  en un sentido ecuménico, integral, solidario, empático, donde nos conectemos en lo que nos une y no en lo que nos separa y experimentemos el abrazo de la Madre Divina que nos invita a través del reflejo pleno de la luz del Sol y de varios planetas retrógrados,  a ser conscientes y a revisarnos profundamente para darnos cuenta que somos Uno, somos una misma energía, una familia, una comunidad, una nación, un planeta.

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