Entender el reflejo de la conciencia como guía en el camino evolutivo de la humanidad es un desafío mayor. Filósofos de todo lugar y cultura han buscado explicar la pregunta existencial que todo ser humano trae desde su nacimiento: ¿Por qué y para qué existo? Pregunta que continúa vibrando a medida que la conciencia colectiva nos fuerza a responder como grupo sometido a los mismos desafíos en esta época presente.
La astrología actual, la llamada humanista o evolutiva basada en el Zodiaco, nos da una posibilidad de comprensión al develarnos cómo los descubrimientos del universo físico y energético del sistema solar en el que se halla la Tierra explican la evolución de la conciencia como especie. Evolución que, desde luego, nos implica como individuos si partimos de que existimos en función y relación a los otros humanos y no-humanos.
En primer lugar, como individuo y especie, experimentamos ser y existir a partir del espacio vital que nos rodea. La Tierra, que es nuestra conciencia (concepto de Gaia), es nuestro primer hogar desde el tiempo medido y registrado como seres vivientes en este planeta, así como lo es nuestra madre física en nuestra vida individual. Por lo cual ese concepto de madre personal lo hemos proyectado a la madre tierra, la Pachamama, fuente dadora de nuestras necesidades básicas para sobrevivir.
Posteriormente, nuestros ojos reconocen en el Sol y en la Luna, dos luminarias que van a determinar ciclos fundamentales para aprender a vivir sobre esta esfera electromagnética que nos envuelve y cobija, con la cual establecemos una comunicación vibrante porque también somos sus hijos, seres pulsados por las mismas fuerzas.
Sol y Luna como Marte y Venus van a simbolizar aspectos de nuestras polaridades femenina y masculina, energías que definen este plano o dimensión de conciencia en el que discurre la historia humana. Júpiter y Saturno van a expresar las posibilidades (expansión) y las limitaciones (contracción), energías que van a jalonar nuestras experiencias y elecciones en mayor o menor medida, tanto individual como colectivamente.
Cuando la conciencia humana reconoce la existencia de otros planetas en este sistema solar en el que nos hallamos, Urano, Neptuno y Plutón, es cuando vamos a profundizar en una visión que deja de ser local para hacerse universal. Son los llamados planetas transpersonales (en oposición a los personales ya mencionados) descubiertos en los siglos XVIII y XIX (J.C.G.).
La conciencia de nuestra ubicación como universo local y como parte de una de las miles de galaxias descubiertas, conlleva simultáneamente una percepción expandida y realista de nuestro propio mundo por la conexión que producen las migraciones de la población y los avances recientes de la tecnología. Nuestro microcosmos se asemeja al macrocosmos con nuevos desafíos físicos y psíquicos que como individuos nos involucran en una conciencia colectiva por los determinismos propios de coexistir en un mismo espacio/tiempo.
La ciencia como cosmovisión, con leyes basadas en la experimentación que nos unifica en una forma de pensar y de hacer, tanto en las ciencias naturales y físicas como las sociales y psicológicas, nos otorga un sistema de referencia. Nuestra conciencia cada vez más global y universal nos da la posibilidad de reconocer nuestra potencialidad humana desde el ser individual que puede co-crear su vida personal en armonía con la vida de los otros, el mundo restante y de allí emerge su conciencia de unidad, de hacer parte de un Todo, cuando se da cuenta de que sus actos pueden producir efectos tanto adversos como positivos para esa totalidad de la que hace parte.
Arribamos así en una era que trae a gran velocidad, imperiosos cambios que implican resiliencia, empatía y crecimiento personal para poder responder a los desafíos como especie. El tiempo se acelera, las generaciones humanas sucesivamente van señalando nuevos retos y nuevas maneras de concebir la vida sobre el planeta.
Sin embargo, la repuesta a aquella pregunta existencial continúa taladrando la psique personal y colectiva. La información que nos brindan los avances científicos y que circula a nuestro alrededor constantemente no nos hace más sabios si tenemos en cuenta la manipulación misma que de ella se hace. La presión social y económica continúa exigiendo soluciones día tras día para la mayoría de la población. Asistimos a una correlación de fuerzas que conlleva respuestas inmediatas y prácticas y las existenciales y trascendentales ya no las responden la identidad cultural o nacional, las religiones o los gobiernos. El sentido de identidad está quebrantado hasta la médula de lo que reconocíamos como únicas opciones de género, hombre o mujer. Condicionados al medio social y a la economía, los individuos difícilmente pueden atribuirse la libertad de decisión sobre un mejor futuro para sí y su descendencia. La crisis ambiental tampoco ayuda.
He aquí la paradoja. Porque a la vez, el individuo pretende tener el destino en sus manos si responde a los desafíos desde el paradigma del empoderamiento y se hace a herramientas que le permiten labrar su camino personal confiando en su poder de elección, soltando programaciones y expectativas de su origen familiar, social y cultural y aventurándose a encontrar lo que lo haga a lo mejor exitoso, probablemente feliz.
La encrucijada es la señal de estos tiempos que atravesamos. Cada vez más, nos enfrentamos a la necesidad de definiciones en las áreas de la política de la cual hacemos parte como grupo social. En el tema ambiental vamos concientizándonos de sus urgencias a nivel local y global. Y a la vez, somos recursivos en solventar los imprevistos y vicisitudes, en trazar una ruta mínima que nos ayude a superar el día, la semana o el mes. Vamos entendiendo de qué se trata vivir en la incertidumbre que nos planteó la pandemia.
Los astrólogos pueden interpretar sucesos personales y globales de acuerdo con las influencias de los astros y las relaciones de estos entre sí. Los aspectos astrológicos que marcan cambios fundamentales para la humanidad actual y futura tienen como protagonistas a los planetas transpersonales.
Astrológicamente, la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en el signo de Acuario en diciembre de 2020 marca el fin de una era influenciada por el elemento tierra y el comienzo de una era de aire de 200 años con el ingreso de Plutón en Acuario en 2024 y Urano en Géminis en el 2025 (Acuario y Géminis, signos de aire).
Nos es fácil entender hoy en día el impacto que tuvo la pandemia en el desenvolvimiento de una nueva normalidad. Y ya hace varios años estamos viviendo otra transición, la que va desde la era de Piscis a la era de Acuario: “Estas transiciones entre eras astrológicas se integran dentro de lo que se llama el Gran Año, un período de 26.000 años que es la duración del ciclo que traza el eje de rotación de la Tierra en su movimiento de precesión” (J.M. p. 59) y que ha dado lugar a diferentes eras que traen las características generales del signo al cual el eje de rotación apunta en el segmento del cielo que ocupa esa constelación. Eras que duran más o menos 2.300 años, la de Piscis estuvo marcada por la religión como institución en la cual el individuo hace parte de un rebaño, se victimiza y se sacrifica para ser redimido en la promesa del paraíso celestial. La era de Acuario es la apoteosis del individuo que busca ser libre con el poder de la ciencia y el conocimiento que le aporta, el surgimiento de una conciencia global gracias a la red de relaciones de seres humanos diversos y respetuosos de la diversidad.
Estamos frente a cambios que corresponden a la energía que circula en nuestro universo, cada vez más expandido como la conciencia que lo percibe. Tiempos de transición entre estas dos eras donde la tecnología resultante del desarrollo de la ciencia del siglo pasado viene siendo utilizada como herramienta de manipulación y su uso a nivel individual ha generado cambios en las relaciones del ser humano y su entorno.
Cuestionamientos de identidad y heterogeneidad sexual; estrés, desórdenes post traumáticos, aumento de enfermedades mentales ( ataques de pánico, depresión, Alzheimer principalmente); crisis en las instituciones sociales de las democracias representativas ( justicia, educación, salud ), aumento de la brecha entre clases, desmembramiento de las grandes religiones y sobre todo, el resquebrajamiento de la estructura social piramidal, que anticipa el final del patriarcado (monarquías, estados/nación, grandes corporaciones, tiranías) y el desencanto de los pueblos con sus gobernantes (producto del último paso de Plutón por Capricornio): todo esto ha desatado un clima de tensión en aumento en esta transición a un nuevo siglo.*(1)*
Y es aquí donde el papel de Plutón en Acuario es fundamental para un proceso de conciencia mayor ya que según el signo por el que pasa, Plutón genera procesos de crisis, muerte y transformación, en un rango de tiempo de veinte años, a diferencia de los planetas personales que son de influencias más cortas en los signos por los que transitan. Plutón revela y exacerba lo tóxico en cada signo y las consecuencias del mal uso de su circuito energético.
En su paso
por Capricornio (2008-2024) nos mostró la crudeza del patriarcado asentado en
el poder, desconectado del pueblo, en alianza con las religiones oficiales y mediante
el abuso de ese poder condujo a la extracción obsesiva de recursos y a la alienación
de la población. Capricornio representa el poder y con Saturno, su regente, da
estructura y lineamientos que Plutón viene a cuestionar.
En Acuario, signo del aire común, de la atmósfera del planeta compartida por todos, este tránsito de Plutón en Acuario va a tocar varios aspectos de la sociedad creando rupturas, cambios radicalmente democratizadores y necesarios para limpiar y sanar nuestra atmosfera física, la corrupción generalizada de los gobiernos y grandes corporaciones, el control social por medio de la propaganda y la desinformación de las redes sociales, el veneno de las relaciones humanas sociales y laborales, la segregación por razones de género, clase, raza y religión que nos dejó la era anterior.
Hechos históricos del tránsito de Plutón por Acuario, entre otros, fue el llamado Siglo de las Luces donde se gestaron la Revolución Francesa y los procesos independentistas en América, y los tiempos actuales están signados bajo los mismos aspectos astrológicos de la antesala de la Segunda Guerra Mundial.
Plutón en Acuario “nos habla de la inevitabilidad e irreversibilidad de la muerte de una sociedad, su disgregación y el nacimiento de otra profundamente distinta” … “El signo de Acuario está relacionado con la ciencia como epistemología, los descubrimientos científicos, los avances tecnológicos, el espacio exterior, común a todos, las revoluciones políticas y sociales, el cambio social, el igualitarismo y las ideas progresistas” (J.M.p.117). Las tecnologías actuales se han ido centralizando para su control y producción, pero con Plutón en Acuario serán cada vez más expuestas y repuestas al servicio de todos como fueron concebidas.
Lo colectivo será cada vez más predominante en cuanto a desafíos y soluciones. La sustitución paulatina de estructuras verticales por unas más horizontales, de sistemas en red, distribuidos y descentralizados, con los cuales la sociedad de clases conocida se irá transformando, dando paso a una tecnoclase “compuesta por una mezcla heterogénea de personas emprendedoras y creativas de todos los campos de actividad imaginables”. (J.M. p. 105) “Las redes acuarianas se forman por afinidad de ideas entre individuos libres que comprenden que el grupo les ofrece grandes posibilidades de expresión personal”. (J.M. p. 110) La democracia participativa podrá ser una realidad. ¡Ya estamos presenciando la renuncia de los millenials a ser empleados convencionales!
Este proceso no será fácil: ante nosotros se despliega una avenida que puede conducirnos a una época humanista donde lo colectivo será el potencial creativo que impulsa este siglo y la energía de lo femenino aportará sus bases. Sin embargo, las sombras de Acuario se manifestarán en un dogmatismo científico que entronizará la razón y despreciará lo material e instintivo, lo emocional y personal. El uso de la tecnología como beneficio o medio de autodestrucción será la gran incógnita que planteará este tiempo por empezar. Por ende, serán tiempos convulsos, en el que el ser humano sea como sea, se verá empujado a la necesidad de reinventarse*(2)*.
El individuo acuariano se debatirá entre los modelos de perfección que imponen las tendencias en la red con la realidad de ser humanos, imperfectos y falibles. La tensión de asumirnos como individuos con la inmensa responsabilidad de convertirnos en seres íntegros en completa posesión de nuestros atributos divinos como humanos, (“uno y muchos, ángel y demonio, espíritu y cuerpo, deseo y desapego” (J.M. p. 103) será el desafío a nivel personal.
La posibilidad de tener todo el conocimiento a disposición, la capacidad de haber desarrollado tecnologías que han simplificado la vida contrasta con la incertidumbre frente al futuro que ha provocado el riesgo de extinción frente a los cambios planetarios provocados por la especie humana.
Plutón representa la pulsión constante entre lo que vive y muere, nos enseña a morir para volver a ser, un proceso común a todo lo que conocemos; mientras lo asimilamos, creará desasosiego y ansiedad, oposición y miedo a perder lo conocido así sepamos que no es lo ideal. No es casual que las teorías conspiracionistas estén en boga reflejando el escepticismo e identificando al causante del mal de la época en el otro, al que continuamente se refieren como “ellos”.
La angustia existencial del paso de Plutón por la constelación o signo de Acuario nos trae de nuevo a la pregunta inicial: ¿por qué y para qué existo? La respuesta ya no será solo individual porque en el proceso hemos comprendido que existimos en múltiples dimensiones de manifestación, en forma y proyección, en contenido y esencia. La vulnerabilidad que provoca la existencia misma frente a la desaparición física se suma a la desaparición como especie que la ciencia ficción ha venido mostrándonos desde la novela de Orwell hasta el cine actual. Sin embargo, la realidad siempre supera la ficción y de acuerdo con el sistema astrológico, la energía de Leo, opuesto a Acuario, nos ayudará en “poder capear estas tormentas sociales acuarianas desde la conexión profunda con nosotros mismos, con nuestra esencia y propósito” (J.M. p.114).
“La función fundamental de Plutón es hacernos profundizar a través de las capas de vulnerabilidad de nuestra personalidad hasta encontrar ese núcleo invulnerable, al que nada toca, y que sin embargo puede tocarlo todo.” (J.M., p. 103)
Con esta frase podemos entender la magnitud de la presencia de un planeta pequeño y frio en el borde de nuestro universo local, que “nos obliga a encontrar en nosotros mismos ese lugar invulnerable e indestructible desde el cual desplegar recursos ligados a nuestra capacidad de morir y renacer” (J.M.p.101).
El viaje de exploración del universo físico y psíquico en la actual Era de Acuario nos invita a la disolución del ego y a la ascensión espiritual, a nuevas fronteras donde las preguntas dejarán de tener significado porque la existencia misma será su respuesta como creadores de la realidad. Ya este camino ha sido recorrido varias veces en ese proceso de acercarnos y alejarnos del centro de la galaxia como sistema solar en el que la conciencia duerme la mitad del ciclo de precesión (de los equinoccios) y en la otra despierta: ese es el significado de la nueva era del despertar tan preconizado por distintas culturas y profecías.
Puedo vislumbrar a futuro que, así como colapsa la energía – como luz- en un agujero negro, puede colapsar nuestra conciencia – también es luz- dejando atrás la mente para diluirnos en un estado de mayor conexión al sentido de ser más que al significado de existir donde la corporalidad no nos limita por que habremos superado un nivel de evolución que nos dispara a otra realidad astral, a otros mundos estelares donde se experimentan nuevos desafíos como seres espirituales que somos.
Historias,
relatos, orales, escritos, dictados y canalizados de estas posibilidades como
verdades, son amplias y extendidas. Solo queda el mantener la pregunta viva
para encontrar en cada individuo y época, las diferentes respuestas hasta que
disolvamos la mente individual en el océano de la conciencia cósmica.
*(1) *Otros eventos astrológicos que han ido configurando el advenimiento de esta época para la humanidad son los tránsitos previos de Urano (regente de Acuario de 1995-2003) y el de Neptuno (1997-2012) por Acuario que incidieron en el imaginario colectivo con las utopías científicas y tecnológicas (Urano) y las fantasías de redención tecnológica (Neptuno).
*(2) *El decenio de 2024 a 2034 va a estar marcado por el paso de Plutón por Acuario y por los aspectos que forme con los otros dos transpersonales, Urano y Neptuno y con Saturno y Júpiter. El trigono de Urano (en Tauro y posteriormente en Géminis) con Plutón en Acuario y Neptuno en Piscis y luego en Aries dará lugar a “revoluciones, levantamientos, pronunciamientos, rebeliones, epifanías, iluminaciones, y despertares uranianos tanto personales como colectivos que nos van a conectar con lo colectivo…” (J.M. p. 95).
Escrito con apoyo de Astrología para el Nuevo Orden Mundial de José Millán,
Ed. Planeta, 2024 y Canal Youtube de Juan Carlos Gomez https://www.youtube.com/live/k5Pf--gSLiI