La pandemia
o estado de emergencia languidece y volvemos a la normalidad que perdimos…será
cierto que la nueva normalidad perdió vigencia al retornar a ésta que se ha ido
instalando poco a poco?
No podemos ignorar que los tiempos de pandemia nos afectaron
dejando experiencias novedosas, tristes o satisfactorias. En cuanto a mi, creo
que ahondé en procesos urgentes en mi alma a la que en ese aislamiento obligatorio,
logré escuchar con más claridad. Por lo general, la vida nos habla de muchas
formas pero siempre escuchamos lo que va de la mano con la vida actual y
cotidiana y apartamos cualquier aviso que se presente si no hace parte del compromiso
con las acciones y relaciones inmediatas. O al menos lo posponemos. La pausa
que nos posibilitó la pandemia fue determinante para muchos.
A la mayoría de las personas, la vida las va dirigiendo ya
que saber qué hacer de acuerdo a lo que la vida les muestra, es un talento que
suele adquirirse con la experiencia, más aún si ya no estamos supeditados a
programaciones fijas. Es normal tener temor a los cambios porque vivimos en
sociedades que nos controlan y en vidas que creemos controlar. Esas situaciones
parecen convenirnos porque la repetición y su hábito, a pesar de lo monótono
que pueden ser, brindan seguridad. Y la vida social ha estado enfilada a esa
seguridad que llamamos progreso y que trae supuestamente éxito al obtener lo
que se nos ha creado como requisito para vivir acorde a las normas sociales.
Difícil siempre ha sido sacudirse de éstas y pretender
cambiarlas! Pero cuando la sociedad misma entra en estado de congelamiento o al
menos, así lo experimentamos como realidad personal, algo inédito surca en
nuestro campo de energía que es colectivo y por ello adquiere una trascendencia
sinigual a la que puede sucederle solo a un individuo.
Siempre necesitaremos que aquello que nos motiva a un cambio
surja de nuestro interior para que podamos identificarnos con ello. Sin embargo,
muchos de los trazados que le damos a la vida tienen más peso familiar y social
que personal y autónomo; pero algo mucho más grandioso sucede cuando captamos
que todo un colectivo comienza a responder a los mismos denominadores comunes
de su existencia en la Tierra.
Quién puede hoy en dia aislarse del cambio climático y de la
urgencia que amerita una respuesta de la sociedad humana?
Quién puede hoy negar las necesidades creadas que nos brinda
una sociedad consumista?
Cómo no ver la contradicción entre economía e inequidad?
Cómo negar los fenómenos de corrupción a un nivel cada vez mayor
en las instituciones?
Estas cuestiones ejemplarizan lo afectados que estamos todos
en esta sociedad global en la que vivimos y experimentamos como colectivo, más
allá de las diferencias que nos asisten como países, culturas, tradiciones,
ideologías, etc.
Cada vez son más evidentes los hechos que señalan contradicciones
en la estructuración de una sociedad basada en un exceso de materialismo que nos
lleva a la entropía.
Hay muchas voces surgiendo y planteando nuevas rutas para
diseñar futuros más elocuentes y menos dañinos con el planeta que habitamos y
más amorosos con los otros que vemos como diferentes. Esas voces resuenan en
nosotros porque cada vez más el campo de energía que nos envuelve es más nítido
y claro en manifestarse. Y porque a la vez en nosotros mismos se opera el fenómeno
de una conciencia más sensible, expandida y abierta a captar vibraciones
superiores a nuestros pequeños egos…Y esto sucede a una escala cada vez mayor que
nos hace creer en verdades eternas, anidadas en el alma, que despiertan y resuenan
dándonos un nuevo principio de realidad.
Esta vez no me remitiré a las profecías ni a los cambios
planetarios…!
Simplemente quiero rescatar esa voz interior que se manifiesta
con poder para hacernos despertar a un presente que nos conduzca al futuro que
necesitamos para instalar la armonía y la paz con las cuales se construye y se
crea la vida después de las tormentas.
Escucharla es lo que tenemos que hacer partiendo de nuestra
propia vida que tiene que ver con la forma como elijo relacionarme con el
entorno natural, familiar, colectivo; si mis acciones nacen de la coherencia
entre mi pensar y sentir; si no generan daño ni ofensa sino que por el
contrario son solidarias y compasivas. Cuando nos alineamos con esa verdad
interior que es el alma, brotan manifestaciones y actos genuinos y auténticos y
nace y crece la confianza para empoderarnos sin necesidad de secuestrar el poder
de otros.
Empezamos a aprender de la humildad que requiere reconocer
nuestros errores, respetar las diferencias y solidarizarnos con los débiles de
cuerpo y espíritu. Aprendemos a decir no y a seguir nuestro camino. Y
entendemos que las instituciones no son las personas y esas personas al no
identificarse con ellas, deberán dar el paso al llamado de su verdadero ser. Y
así, al ir afianzando el coraje que nos da escucharnos y la fuerza que nos
empuja a esa verdad que tiene un eco en el exterior, podremos cambiar el mundo.
La creatividad que surge en la inspiración será para sembrar
futuros que siempre hemos soñado y para que nazcan, hemos tenido que atravesar
tiempos oscuros de ignorancia y sometimiento a egos mayores y poderosos. Gracias a superar
el sufrimiento es que cruzamos el umbral a un nuevo estado de ser y de allí a
la posibilidad de crear el sueño amamantado durante siglos.
En el mundo actual hay mucho aprendizaje cosechado en estos
dos años pasados. Aparentemente, es la misma sociedad normatizada existente
antes de la pandemia. Pero en esencia cada uno ha vivido lo que necesitaba para
escuchar su interior. Y creo profundamente que esa escucha nos congrega, nos
conecta y nos conduce a la nueva humanidad.
Una nueva humanidad que vinimos a construir!