Después de dos años de emergencia
sanitaria, podemos hacer evaluaciones de variedad de temas que han surgido y
caracterizado el proceso y nos han dejado enseñanzas.
Hemos vivido varias etapas como
el primer aislamiento que se asemejó a un apagón energético a nivel mundial
donde muchas personas coincidieron en sus experiencias para relatar momentos novedosos,
algunos de reencuentro y descubrimiento en sus vivencias y otros dolorosos de
confrontamiento y conclusión.
La polémica frente a los mandatos
de reclusión, uso de mascarillas, vacunación, cierre de negocios, acoso y difamación
a disidentes profesionales de la salud, clausura de cuentas de internet y conspiración de
lado y lado creó un clima negativo, de antagonismo entre las personas que ha
continuado polarizándose a medida que estos mandatos han mostrado
contradicciones y generado oposición en muchos sectores de la población
mundial.
Quiero enfocarme en el aspecto
del manejo de la pandemia dado que el tema de salud es el eje fundamental de
todo lo sucedido y porque refleja realidades que existían previamente. Me
refiero a la institución oficial de la salud que con la industria farmacéutica
instauró un modelo a seguir como es el de diagnóstico y formulación de drogas
en la atención al paciente. En Colombia como en la mayoría de los países es
obligatorio tener un seguro de salud que implica acceder y aceptar las políticas
de estas aseguradoras, con muchos de sus
servicios y procedimientos enmarcados en una ciencia médica deshumanizada y
desconectada de la fuente natural en que se sustenta la vida.
En esta pandemia, esta realidad se vio reforzada al utilizar una única metodología mediada por la OMS para el manejo del virus prescindiendo de maneras tradicionales y alternativas para el cuidado de la salud. Comenzando porque el sistema inmune es el principal amenazado por el agente externo, no se hizo hincapié en fortalecer este sistema inmune con los mismos medicamentos y procedimientos conocidos para manejar la gripe, siendo el Sars un virus gripal. Hoy en día, tanto la sabiduria popular como los médicos que hicieron uso de estos métodos, nos cuentan del éxito obtenido en el tratamiento del virus en sus pacientes con el uso de conocimientos ancestrales de bebidas de plantas, nebulizaciones, lavados de fosas nasales, enjuagues orales, suplementación, entre otros, logrando defenderse del agresivo patógeno. Muchos sin recurrir a la vacunación que se presentó como la única manera de controlar el contagio y su gravedad.
Las estadísticas utilizadas para
mostrar la gravedad del virus han sido manipuladas exponiendo a muchos
hospitales como corporaciones de la industria farmacéutica y desconociendo instituciones y asociaciones médicas
que no han tenido voz ni voto a pesar de sus conocimientos y aportes y en
varios casos, acusando de herejes a médicos de décadas de experiencia como el Dr.
Joe Mercola y otros más en los Estados Unidos, donde, como en otros países democráticos,
han sido objeto de persecución y difamación.
Las estadísticas son el arte de
decir mentiras, recuerdo esta frase en la universidad. Los porcentajes de
contagiados vs. decesos y vs. recuperados demuestran vacíos absurdos en parámetros
y en referentes. Sin embargo, la evidencia de este manejo ha sido la
absoluta negación de otros métodos paliativos que hubieran evitado la propagación
del virus y más aún, la importancia de una buena salud que en el caso de las
dolencias preexistentes, demostraron que venimos alimentándonos mal,
contaminando el cuerpo con sustancias artificiales, metales pesados, hormonas sintéticas,
alimentos alterados genéticamente, aire y agua contaminada … Todo esto
resultante de una sociedad consumista que nos ha hecho dependientes de su
toxicidad y que nos enfermó antes del virus. Nuestro sistema inmune no trabaja
para lo que ha sido diseñado sino que por el contrario, está bloqueado y
congestionado por la inflamación crónica de órganos y tejidos debido a un
estilo de vida que ha convertido a la población en dependientes de la industria
de alimentos y de fármacos que de manera obvia se confabulan para mantenernos
esclavos de sus productos.
Consuma de todo y después tome antiácidos,
antiinflamatorios o analgésicos para que vuelva a estar “bien” y a comer de
todo…! Y así comienza el ciclo de la enfermedad. El sistema económico necesita
que haya enfermos y con la pandemia, que la población disminuya a punta de protocolos
aplicados a destiempo, con el diagnóstico de muchos supuestamente fallecidos por el virus.
Se ha demostrado ahora y antes de
la pandemia que la prevención en salud y el tratamiento temprano del virus
gripal es lo que ataja el avance de las complicaciones posteriores, sin
embargo, no se han socializado oficialmente estas fórmulas ya conocidas de medicamentos
que han servido previamente como la hidroxicloroquina y la ivermectina y las
vitaminas C y D , el zinc, la quercitina, por el contrario se advierte de no
hacer caso sino a los lineamientos de la OMS como son el aislamiento y el uso
de las mascarillas o las vacunas experimentales.
La vacunación ha traído desenlaces
fatales como también una cadena de malestares y discapacitación en muchísimas
personas, algunos de sus inconvenientes son generales como la miocarditis y
otros dependen de cada organismo y se prevé que afecten con el tiempo la salud.
A tratamientos naturales no se les acoge como valederos ante la amenaza al sistema de defensas como es acudir temprano al cuidado básico sea con suplementación o con tomas preventivas de plantas como moringa y equinacea, neem, sábila, uso de los productos que elaboran las abejas, etc.
La verdad es que nuestra salud
está en nuestras manos. Nos hemos vuelto dependientes de los médicos y entre
mayor es la ignorancia, mayor la dependencia de acudir al galeno en pos de
alivio y solución. Hemos perdido la relación con nuestro cuerpo que es el que
manifiesta los efectos de nuestras torpezas al hacer elecciones de estilos de
vida errados e implantados por un Estado indolente que sin misericordia nos
enferma pretendiendo sanarnos.
Es tiempo de una revolución
interior. De aprender a escucharnos, a reconocernos como entidades tanto físicas
como psíquicas y de empoderarnos en conocimiento y prácticas verdaderamente
saludables. Tenemos un cuerpo diseñado para servir a la misión de nuestra alma
en la Tierra y siendo nuestra principal herramienta tenemos que cuidarla para
lo cual existe un caudal de información recopilada por la ciencia humanizada.
Los ayunos que permiten la
autofagia, la desintoxicación periódica y la alimentación con fitonutrientes
son prácticas universales que han demostrado su eficacia. Cada cual debe
encontrar fuentes de alimentos orgánicos para su ingesta de proteínas,
vitaminas y minerales, agua y aire lo más puros posibles para beber y respirar,
hábitos en horarios, dietas sanas y equilibradas que nos permitan ser auto sostenibles:
es la manera de mantener un sistema inmune óptimo que se refleje tarde o
temprano en personas integralmente sanas, en una sociedad más justa y amorosa: es nuestro deber, es nuestro
derecho. Y sólo lo podemos lograr cada uno con el apoyo del otro.
Es tiempo ya de no comer cuento: de atrevernos a desafiar de manera alternativa el sistema que nos condiciona, aprender a elegir con conocimiento de causa, revisando y analizando lo que se nos ofrece y apoyándonos en productos elaborados por empresas que creen en una salud integral libre de tóxicos.
Tenemos información, experiencias y
conocimientos de muchos que por décadas han desarrollado una medicina al
servicio de lo que significa realmente la palabra salud. Gracias a ellos, escribo este artículo.
Gracias, titina, sabias palabras
ResponderBorrar