La danza de la luz y la oscuridad
El ser humano en el plano de la tercera dimensión de conciencia se desenvuelve entre los opuestos complementarios fácilmente observables en el transcurso del dia a la noche o del frío al calor y están simbolizados en el firmamento con el astro rey, el Sol de nuestro sistema solar y la Luna, el único astro satélite que orbita la Tierra.
Entre estos tres cuerpos planetarios, la luz y la oscuridad danzan permanentemente inspirando a la Humanidad a una reflexión ontológica creando narrativas de trayectorias culturales diversas con significados universales conocidas como arquetipos. Estas construcciones mentales están arraigadas en el inconsciente colectivo y se revelan y constatan a medida en que el ser humano se adentra en el conocimiento de sí mismo.
Los relatos mitológicos se convierten en sustentadores de una realidad dada y alimentan la psiquis colectiva y por ende, la psiquis del individuo.
La polaridad que representan los opuestos complementarios de la luz y de la oscuridad hace referencia esencialmente a la energía masculina/femenina, a la cual se le atribuyen cualidades, siendo la capacidad de reproducir la vida la fundamental y a partir de allí, en su manifestación como función social y en su comportamiento individual.
Así como en la mitología de los pueblos se pretende explicar el sentido de la existencia, su origen y raíz, la ley de causa y efecto que rige los fenómenos que ocurren en el tiempo/espacio unidimensional, también da fe del devenir y razón de la existencia.
Por lo tanto, ante este universo físico y mental que se desenvuelve para el ser humano, sea como individuo o colectividad, surge la inevitable función de la historia que es el acto de recordar y de garantizar así el sentido de la existencia y su perpetuidad.
El karma
La ley de causa/efecto o ley del karma nos permite una visión de continuidad donde las relaciones entre los eventos permiten hacer asociaciones generales del comportamiento del mundo físico y psíquico de la sociedad y de las personas. Los dos polos en los que se ha dividido la cultura humana que más ha determinado el devenir de los 5.000 años de historia registrada y avalada del planeta son Oriente y Occidente, considerándose más antigua la tradición oriental. Esta tradición reconoce la reencarnación como producto de la ley del karma porque es en base a nuestros actos como creamos efectos en nuestra vida y esos efectos pueden ser hábitos, pautas de comportamiento y programaciones mentales que se transfieren de una vida a otra, convirtiéndose en surcos o huellas (samskaras en sánscrito) que el alma repite y repite, hasta liberarse.
El karma también marca las relaciones con otros en nuestras diferentes vidas. Existe un karma personal pero también familiar, de pueblos o naciones, de planeta. Es debido a esta ley que los arquetipos se han conformado en la psiquis colectiva como también podemos observar características genéticas tanto físicas como comportamentales (carácter, tendencias en gustos, etc.) en líneas de descendencia.
Para la mentalidad occidental, el karma es un concepto poco arraigado ya que en Occidente la mente es de corte científico donde solo lo que se ve y se puede comprobar es válido. De manera coloquial se considera el karma como algo negativo cuando, en si, no tiene un valor por ser una ley universal que para Occidente no opera en la vida de los individuos ya que la creencia de la reencarnación fue cercenada de las escrituras bíblicas que son la fuente más antigua de esta civilización.
El karma procura las lecciones que aprendemos para evolucionar y que como muchas lecciones, debemos repasar a partir de las experiencias que la vida nos ofrece como oportunidad de crecer en conciencia.
Los caminos de la iluminación
El ser humano se ha adentrado en el conocimiento de la naturaleza de su entorno y de su ser interior. Ambas esferas de su existencia le han permitido dar con claves para guiar su camino evolutivo en conciencia para las transformaciones que requiere. Una de las respuestas a la pregunta universal de cuál es el propósito de la existencia es la búsqueda del ideal de un estado permanente de gozo, paz y armonía. Muchos caminos han sido creados para esta búsqueda tanto en Oriente como en Occidente: escuelas iniciáticas, filosofías, prácticas como la introspección y la meditación, herramientas como la astrología, que en general, han requerido de guías y maestros para respaldar estos procesos formativos.
En tiempos modernos, el proceso ha sido más individual a medida que la información está al alcance de la mayoría y el individuo bebe en distintas fuentes, resonando más con unas u otras, lo que prefigura una correspondencia entre su propio camino y lo que la sabiduría antigua y la ciencia actual tienen para ofrecerle.
Es así como esta búsqueda de respuesta al sentido de la existencia conduce a verdades que el individuo confirma o desiste en su experiencia de vida cultivando una guía interior que lo hace más libre en la exploración y conquista del conocimiento de sí mismo, en relación al mundo que lo rodea. Cada individuo es un mundo psíquico en el que se manifiestan los arquetipos universales y a través de los cuales puede reflejarse para una mayor comprensión de sí mismo y de su razón de existir.
El espejo
Todo camino de autoindagación implica situaciones incómodas ya que levantar la máscara del yo nos expone a mostrarnos como somos para lo cual el espejo del otro nos sirve para entender los mecanismos que ponemos en práctica para defender nuestra autoimagen con la cual logramos identificarnos ante el mundo y que conocemos como el ego. El ego es tanto el resultado del proceso de individuación como la manera de concebirse separados del resto que no soy yo.
Esta concepción está basada en un nivel de pensamiento propio de la naturaleza de la mente inferior en la que los valores de bueno y malo generan prejuicios que sólo el discernimiento puede servir para entender que tales valores nos limitan en profundizar el propósito de encontrar respuestas a quiénes somos y para qué existimos.
Para comprender nuestra naturaleza humana como individuos en relación, el espejo nos va a permitir darnos cuenta de la sombra, aquello que no aceptamos de nosotros mismos y que vemos en otro, sea por afinidad o rechazo. Esta observación permite dar un salto cualitativo en la conciencia de quienes somos y vamos siendo pues la vida es un flujo continuo donde el misterio de la existencia se devela poco a poco. Solo con una mentalidad expandida, dispuesta a reconocer toda situación incómoda como reflejo de algo que requiere expandir la luz de la conciencia, puede ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos como a los demás y a hacer consciente lo que está inconsciente, que gracias a la interacción con los otros, nos permite revelar.
La liberación del sufrimiento
La vida humana fluctúa entre el dolor como sufrimiento y el placer como felicidad y por lo tanto, la búsqueda del ser humano ha consistido en liberarse de ese condicionamiento propio de toda existencia. El concepto de la realidad como ilusión de la mente y como proyección de condicionamientos sujetos al karma permite expandir la conciencia hacia lo que no somos, las falsas identidades y creencias y lo que somos en esencia.
Se trata de superar el juego de la polaridad en la que estamos inmersos, reconociéndola para así, disolverla y poder habitar un espacio de percepción de la realidad más neutro, desde un lugar más centrado y con una dinámica más fluida.
Este estado del ser está afirmado en la confianza de la vida que tenemos cuando rescatamos el niño o niña interior, inocente y puro; cuando disfrutamos de lo que llega a desafiarnos como oportunidad de crecimiento; cuando jugamos con la luz y la oscuridad para conocernos en nuestros aspectos personales que resuenan con aspectos universales porque recordamos que “somos uno”, una creación divina manifestada en una creación humana donde mente y cuerpo, corazón y espíritu se funden y reverberan como fuerzas constitutivas en todo ser humano, en todo tiempo y lugar.
La magia de recordar
Cuando el ser humano se observa en su devenir, etapas de desarrollo, diferentes edades, relaciones con los otros, familia y sociedad, experiencias propias a su lugar y tiempo, tiene la oportunidad de cumplir la misión inherente a la existencia en este plano de tercera dimensión de conciencia para responder aquellas preguntas trascendentales de quién soy y porqué existo y así, evolucionar a planos más elevados, libres de sufrimiento, ya que ha aprendido a superar las pruebas propias de esta escuela que es la Tierra en esta dimensión.
Es así como se convierte en mago, en creador de su propia realidad, independiente de los condicionamientos que trae su alma por la ley del karma. Cuando el individuo comienza a recordar su naturaleza humana y divina puede hacer elecciones y cortar los cordones umbilicales que lo atan a esta humanidad basada en el ego y sus proyecciones. Porque el hecho de recordar hace que lo inconsciente emerja, con las emociones sujetas a las experiencias pasadas, que al revivirlas se disuelven porque se reconocen a la luz del entendimiento y sobre todo, porque se aceptan y se viven con amor y humildad.
Recordar es reconocerse en los distintos aspectos de la personalidad. Es establecer asociaciones y relaciones con la aguda percepción de una conciencia activa que sabe reflexionar así como sabe contemplar y captar las señales que la vida nos brinda a diario, pues las cosas más sencillas nos muestran su trascendencia y profundidad.
Recordar es escuchar el cuerpo, es prestar atención a la voz interior, es saberse guiado por conciencias elevadas como los maestros espirituales, los ancestros, los ángeles que acompañan nuestras encarnaciones y en quienes encontramos la fuerza y la luz necesarias para servir al planeta en su ascensión a la quinta dimensión de conciencia, la del amor incondicional, el amor universal que nos conecta y nos sostiene en nuestro camino de evolución.
El acto de soñar
Soñar es un estado fuera del tiempo lineal. Soñar nos permite recordar y a la vez, crear la realidad que necesitamos vivir si actuamos en conciencia. El don de soñar lo tienen personas con visión, capaces de trascender dimensiones y dispuestas a recibir información. Es un don que podemos desarrollar si prestamos atención a cómo la vida se nos muestra tal como es. Si estamos dispuestos a expandir la mente y a abrir el corazón, a disolver las limitaciones del pensamiento racional y a abarcar ambos hemisferios cerebrales en unidad. A sumergirnos en las aguas fangosas, turbulentas y profundas de la psiquis donde las emociones afloran permitiéndoles ser sin resistencias. A salir del cuerpo físico y experimentar el cuerpo astral.
La conciencia es un fenómeno universal y como tal no es local. Nuestros cerebros son emisores y receptores y es la conexión al campo universal de la energía de donde surge la conciencia. Soñar es acceder a ese campo y explorarlo para descubrir allí una información, la mayoría de las veces de manera simbólica, pues ese es el lenguaje de los sueños.
La Ley del Uno
La luz y la oscuridad surgen de una misma fuente y retornan a ella permanentemente, en ese sentido son lo mismo. El agujero negro de nuestra galaxia crea y recrea la realidad en distintos planos dimensionales. Salirnos del tiempo lineal es comprender el origen y encontrar la unidad. Es desbaratar la ley de causa-efecto para entender que la sincronía opera detrás de la ilusión de la realidad que habitamos. Porque si ponemos atención, la sincronía sucede en lo cotidiano para recordarnos que el tiempo lineal es aparente, es simplemente funcional.
Todo nos habla de la Ley del Uno. Experimentar el amor incondicional es el paso siguiente para evolucionar desde el perdón hacia la compasión e integrar mente y corazón.
La sensibilidad y la creatividad del hemisferio derecho del cerebro, de naturaleza femenina, balancea el karma patriarcal y es la misión para este nuevo siglo. En el planeta, debemos volcar la mirada hacia las sociedades cuyo conocimiento tradicional cultiva la conexión a la naturaleza y el respeto por la vida para aprender de ellas. Las mujeres son las buscadoras espirituales por excelencia pues reconocen en sus entrañas el sentido de su búsqueda. Nuevos arquetipos están surgiendo !
Es el tiempo de crear con el don del sueño, la sabiduría del mago y la intuición del corazón.
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