jueves, 29 de diciembre de 2022

EL PODER DE LA INTENCION



En estos días de fin de año solemos definir intenciones como proyecciones y deseos para un nuevo ciclo anual. Sin embargo, es importante entender que las intenciones no son lo mismo que las peticiones o logros y metas ya que estas últimas están atadas a resultados. La intención, por el contrario, es una dirección sin apego a un fin particular.

Cuando enunciamos peticiones, deseos y logros, solemos crear expectativas, pero no disfrutamos el proceso sino que nos lo sufrimos pues toda expectativa tiene como probabilidad la frustración. Nos enfocamos en motivaciones que usualmente están conducidas de manera inconsciente por el karma e invertimos toda nuestra energía en obtener resultados creyendo que lo que necesitamos, lo que nos hace falta, está fuera de nosotros.

La vida no transcurre de logro en logro, la vida sucede de momento en momento y al engancharnos en lo que buscamos, dejamos de vivir en el presente que es lo único que existe y nos involucramos en dar todo de nosotros mismos por esa meta, dejando así de vivir el proceso, la vida misma. No es de extrañarse que actualmente la enfermedad por excelencia es el estrés. En el mundo de la dualidad donde reina el ego nos mantenemos inseguros y por ello buscamos saciar nuestra ansiedad con cosas, haciendo proyectos, definiendo estrategias, invirtiendo energía.  Para el mundo desconocido que es más vasto aún del que conocemos, la intención es requisito por su fuerza integradora y organizadora. Porque nos da una dirección, nos permite poner la atención donde queremos que vaya, porque lo que queremos al final debe de estar desde el principio.

La intención como la ha planteado Wayne Dyer en su libro El Poder de la Intención (2004) es una fuerza que existe como ley universal a la que nos alineamos gracias al reconocimiento de nuestra naturaleza divina y ese reconocimiento implica recordar las palabras de Jesús: El reino de Dios está dentro de ti.

Por ende, todo lo que buscamos ya está dentro de nosotros mismos.

Definir entonces nuestra misión o propósito como almas en este presente en el que devenimos como personas es la intención primaria.

Esa intención por si sola alinea nuestra práctica de vida. El propósito del Yoga es estar aquí y ahora. Nos entrenamos para obtener algo más adelante pero no sabemos cómo estar con nosotros mismos, aquí y ahora. En la intención, yo soy es el centro; en el logro, lo que busco y obtengo es lo central.

Podemos canalizarnos y reenfocarnos con intenciones secundarias que nos ayuden en el proceso de ir en la dirección de la intención primaria. Estas intenciones secundarias resultan de comprender los patrones kármicos como programaciones mentales, hábitos que nos impiden realizar una evolución consciente hacia nuestra intención primaria, obstruyéndonos la percepción de nuestra verdadera naturaleza.

La intención primaria requiere de un compromiso, de poder soltar y relajarnos ante toda duda, temor e inseguridad en el proceso, en el camino de nuestra autorrealización. Esta intención tiene que ver con el aspecto permanente de nuestra naturaleza. Nace desde ese observador que desarrollamos en la práctica del yoga donde recordamos que somos una expresión única y manifiesta de la Divinidad, que somos instrumentos de la Presencia para el plan divino en la Tierra.

El propósito al definir nuestra intención no es manifestar lo que deseamos sino usar el principio de manifestación para que sirva a la más alta expresión y realización de mi ser. Buscamos que la intención nos lleve a un estado interno de integración, armonía y paz independiente de las circunstancias externas. De allí que se trata de mí, como común denominador de las experiencias de mi vida.

De esta manera no dependemos de la realidad externa para definirnos pues ya hemos conseguido identificar ese propósito del alma de existir en este cuerpo, a través de ese Yo que conforma la personalidad que traigo para desarrollar y transformar con la ayuda de esas intenciones secundarias que van variando al hacer ajustes para mantenernos en la conciencia de nuestra intención primaria. Algo que además de complejo exige disciplina e introspección y es definitivo para nuestra evolución consciente.

Es a través del reconocimiento de mi esencia divina como puedo mantener mi conexión a la Fuente, al Gran Espíritu, al Ser. Y ese es el poder de la intención primaria pues al definirse se hace consciente, se refuerza con cada acto de reconocimiento en estados contemplativos y en los momentos desafiantes que trae la vida, opera como talismán o salvavidas, como opera un mantra porque esa intención primaria se convierte en nuestro propio mantra.

Por esa razón es que no necesitamos enfocarnos tanto en evaluar y analizar porqué somos como somos, sino que al mantenernos atentos en la intención primaria, podremos conducirnos a través de la vida, fluir con ella y conseguir liberarnos de las ataduras kármicas que nos obligan a repetirnos y conllevan sufrimiento y esclavitud a los patrones de comportamiento y programaciones heredadas por la sociedad y la familia.  

El poder de la intención primaria se debe a su capacidad de alinearnos con la vida misma, independiente de los ciclos del tiempo. Es una verdad que se refuerza al cultivar nuestra conexión a nuestro verdadero ser, al proyectarnos desde el corazón en cualquier momento y lugar y que se mantiene activa en cuanto nace del alma, en frecuencia vibracional con nuestro Ser Superior.

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